Esta noche contigo
Que no arranquen los coches,
que se detengan todas las
factorías,
que la ciudad se llene de largas noches
y calles
frías.
Que se enciendan las velas,
que se cierren los
teatros y los hoteles,
que se queden dormidos los centinelas
en los cuarteles.
Que se mojen las balas,
que se
borren las fotos de las revistas,
que se coman a besos a las
colegialas
a los artistas.
Que se toque la gente,
que
no lleguen los trenes a la frontera,
que sean cariñosas con los
clientes
las camareras.
Porque voy a salir esta noche
contigo
se quedarán sin beatas las catedrales
y seremos dos
gatos al abrigo
de los portales.
Que se enfaden las
flores,
que vuelven las cigüeñas al calendario,
que sufran
por amores los dictadores
y los notarios.
Que se muera el
olvido,
que se escondan las llaves de los juzgados,
que se
acuerde Cupido de los maridos
abandonados.
(Estribillo)
Cuando llegue por fin mi
mensaje
a tus manos, en la gasolinera
vieja esperaré;
y
tomaremos juntos al abordaje
la carretera
que te
conté.
Dejaremos colgada
la caprichosa luna sobre los
cines
y las estatuas públicas derribadas
en los
jardines
(Estribillo)
Por el boulevar de los sueños
rotos
En el bulevar de los sueños rotos
vive una dama de poncho
rojo,
pelo de plata y carne morena.
Mestiza ardiente de
lengua libre,
gata valiente de piel de tigre
con voz de rayo
de luna llena.
Por el bulevar de los sueños rotos
pasan
de largo los terremotos
y hay un tequila por cada duda.
Cuando Agustín se sienta al piano
Diego Rivera, lápiz en
mano,
dibuja a Frida Kahlo desnuda.
Se escapó de cárcel
de amor,
de un delirio de alcohol,
de mil noches en vela.
Se dejó el corazón en Madrid
¡quien supiera reír
como
llora Chavela!
Por el bulevar de los sueños rotos
desconsolados van los devotos
de San Antonio pidiendo besos
Ponme la mano aquí Macorina
rezan tus fieles por las
cantinas,
Paloma Negra de los excesos.
Por el bulevar de
los sueños rotos
moja una lágrima antiguas fotos
y una
canción se burla del miedo.
Las amarguras no son amargas
cuando las canta Chavela Vargas
y las escribe un tal José
Alfredo.
(Estribillo)
Las amarguras no son amargas
cuando las canta Chavela Vargas
y las escribe un tal José
Alfredo.
(Estribillo)
Por el boulevar de los sueños
rotos...
Incluso en estos
tiempos
Incluso en estos tiempos
veloces como un Cadillac sin frenos,
todos los días tienen un minuto
en que cierro los ojos y
disfruto
echándote de menos.
Incluso en estos tiempos
en los que soy feliz de otra manera,
todos los días tienen
ese instante
en que me jugaría la primavera
por tenerte
delante.
Incluso en estos tiempos
de volver a reír con
los amigos,
todos los días tienen ese rato
en el que
respirar es un ingrato
deber para conmigo.
Y se iría el
dolor mucho más lejos
si no estuvieras dentro de mi alma,
si
no te parecieras al fantasma
que vive en los
espejos.
Incluso en estos tiempos
triviales como un baile
de disfraces,
todos los días tienen unas horas
para gritar
al filo de la aurora,
la falta que me haces.
Incluso en
estos tiempos
de aprender a vivir sin esperarte,
todos los
días tengo recaídas
y aunque quiera olvidar no se me olvida
que no puedo olvidarte.
(Estribillo)
Siete crisantemos
Si alguna vez he dado más de lo que tengo
me han dado algunas
veces más de lo que doy,
se me ha olvidado ya el lugar de donde
vengo
y puede que no exista el sitio adonde voy.
A las
buenas costumbres nunca me he acostumbrado,
del calor de la
lumbre del hogar me aburrí,
también en el infierno llueve sobro
mojado,
lo sé porque he pasado más de una noche allí.
En
busca de las siete llaves del misterio,
siete versos tristes en
una canción,
siete crisantemos en el cementerio,
siete
negros signos de interrogación.
En tiempos tan oscuros nacen
falsos profetas
y mucha golondrinas huyen de la ciudad,
el
asesino sabe más de amor que el poeta
y el cielo cada vez está
más lejos del mar.
Lo bueno de los años es curan heridas,
lo malo de los besos es que crean adición;
ayer quiso matarme
la mujer de mi vida,
apretaba el gatillo... cuando se despertó.
(Estribillo)
Me enamoro de todo, me conformo con
nada;
un aroma, un abrazo, un pedazo de pan
y lo que
buenamente me den por la Balada
de la Vida Privada... de Fulano
de Tal.
(Estribillo)
Besos con sal
Tus pies bailan un tango con mi pasado,
tus cejas son las
rejas de una prisión,
tus labios son el fuego por duplicado,
tu olvido es un descuido de mi pasión.
Tu cuello es una
rama para colgarse,
tu mente un crucigrama por descifrar,
tu
ombligo anda buscando por donde ocultarse,
tu boca es un milagro
de la humedad.
Tus ojos son dos gatos por los tejados,
tu
nuca un callejón al oscurecer,
tu pelo es el más negro de los
pecados,
tus dientes son agentes de Lucifer.
Hembra y
señora
que cada hora
cambia de piel,
golfa y decente
dulce serpiente
de cascabel,
flor de alquitrán,
lluvia que llueve,
besos con sal.
Tu lengua sale en
todas mis pesadillas,
tus uñas acribillan mi corazón,
tus
pechos dicen que eres una chiquilla,
tus muslos saben que eres
mi perdición.
Tu piel es una patria para mis manos,
tu
vientre un desayuno con vino y pan,
por tu cintura sale el sol
más temprano
y se mueve el verano cuando te vas.
Tu pubis
es un delta de agua salada,
tu falda... la más corta de
Chamberí,
tu risa es una lágrima equivocada,
tu cama se
inventó para no dormir.
(Estribillo)
Ruido
Ella le pidió que la llevara al fin de mundo,
él puso a su
nombre todas las olas del mar.
Se miraron un segundo
como dos
desconocidos.
Todas las ciudades eran pocas a sus ojos,
ella quiso barcos y él no supo qué pescar.
Y al final números
rojos
en la cueva del olvido,
y hubo tanto ruido
que al
final llegó el final.
Mucho, mucho ruido,
ruido de
ventanas,
nidos de manzanas
que se acaban por pudrir.
Mucho, mucho ruido,
tanto, tanto ruido,
tanto ruido y al
final
por fin el fin.
Tanto ruido y al final...
Hubo
un accidente, se perdieron las postales,
quiso Carnavales y
encontró fatalidad.
Porque todos los finales
son el mismo
repetido
y con tanto ruido
no escucharon el
final.
Descubrieron que los besos no sabían a nada,
hubo
una epidemia de tristeza en la ciudad.
Se borraron las pisadas,
se apagaron los latidos,
y con tanto ruido
no se oyó el
ruido del mar.
Mucho, mucho ruido,
ruido de tijeras,
ruido de escaleras
que se acaban por bajar.
Mucho, mucho
ruido,
tanto, tanto ruido.
Tanto ruido y al final...
Tanto ruido y al final...
Tanto ruido y al final
la
soledad.
Ruido de tenazas,
ruido de estaciones,
ruido
de amenazas,
ruido de escorpiones.
Tanto, tanto
ruido.
Ruido de abogados,
ruido compartido,
ruido
envenenado,
demasiado ruido.
Ruido platos rotos,
ruido años perdidos,
ruido viejas fotos,
ruido
empedernido.
Ruido de cristales,
ruido de gemidos,
ruidos animales,
contagioso ruido.
Ruido mentiroso,
ruido entrometido,
ruido escandaloso,
silencioso
ruido.
Ruido acomplejado,
ruido introvertido,
ruido
del pasado,
descastado ruido.
Ruido de conjuros,
ruido malnacido,
ruido tan oscuro
puro y duro
ruido.
Ruido qué me has hecho,
ruido yo no he sido,
ruido insatisfecho,
ruido a qué has venido.
Ruido
como sables,
ruido enloquecido,
ruido intolerable,
ruido
incomprendido.
Ruido de frenazos,
ruido sin sentido,
ruido de arañazos,
ruido, ruido, ruido.
El blues de lo que pasa en mi
escalera
El más capullo de mi clase (¡que elemento!)
llegó hasta el
Parlamento
y, a sus cuarenta y tantos años,
un escaño
decora con su terno
azul de diputado del gobierno.
Da fe
de que ha triunfado
su tripa, que ha engordado
desde el día
que un ujier le llamó su señoría
y cambió a su mujer por una
arpía
de pechos operados.
Y sin dejar de ser el mismo
bruto
aquel que no sabía
ni dibujar la o con un
canuto.
El superclase de mi clase (¡que pardillo!)
se
pudre en el banquillo
y, a sus cuarenta y cinco abriles,
matarile,
y a la cola del paro
por no haber pasado por
el aro.
Vencido, calvo y tieso
se quedó en los huesos
aquel día
que pilló a su mujer en plena orgía
con el
miembro del miembro (¡que ironía!)
más tonto del
Congreso.
Y sin dejar de ser el mismo sabio
que, para
hacer poesía,
sólo tenía que mover lo labios.
Y yo que no
soy más
listo ni tonto que cualquiera,
a mis cuarenta y
pocos
tacos,
ya ves tú,
igual
sigo de flaco,
igual de calavera,
igual que antes de loco
por cantar,
por cantar el blues
de lo que pasa en mi escalera.
La
más maciza de mi clase (¡que cintura!)
cotiza la hermosura
y, a sus cuarenta y pico otoños,
hasta el moño
del genio
del marido,
huyó con otro menos aburrido.
Tanto ha
prosperado que un Jaguar ha estrenado
el mismo día
en que la
divorció de la utopía
un talón con seis ceros que le
había
firmado un diputado.
Y sin dejar de ser la seductora
bruja que escondía
bajo la falda una calculadora.
Y
yo pobre mortal,
que no he gozado sus caderas,
a mis
cuarenta y pocos
tacos,
ya ves tú,
igual
sigo de
flaco,
igual de calavera,
igual que antes de loco
por
cantar,
por cantar el blues
de lo que pasa en mi
escalera.
Por lo demás ni más
ni menos larga que
cualquiera
a mis cuarenta y pocos
tacos,
ya ves tú,
igual
sigo de flaco,
igual de calavera,
igual que
antes de loco
por cantar,
por cantar el blues
de lo que
pasa en mi escalera,
por cantar el twist
de las verdades
verdaderas.
Por cantar... el bolero que canta mi portera.
Por cantar... una rumba gitana y canastera.
Por cantar...
aquel tango el día que me quieras.
Por cantar... loco por
incordiar a los horteras.
Por bailar... bajo la lluvia sobre las
aceras.
Por cantar... vallenatos que amansen a las
fieras.
Por cantar... hasta que salga el sol por
Antequera.
Por cantar... con mi primo Rosendo a su manera
de
vivir..... siempre con gente, siempre solateras.
Por cantar... el
rock and roll de las gasolineras.
Por cantar... un merengue
pegado a una palmera.
Por cantar... camino de la Habana una
habanera.
Por cantar... un mambo con smoking y chistera.
Por
tocar.... esa guitarra carabanchelera.
Por cantar... hoy en
Pekín, mañana en Talavera.
Por cantar... el bugui-bugui de las
carreteras.
Por cantar... allá en el rancho grande una
ranchera.
Por cantar... como si el almanaque no existiera.
Por seguir... dando el cante hasta el día que me muera.
Por
cantar... un calipso contra la ley Corcuera.
Por cantar... si
pones otra ronda, tabernera.
Por cantar... en la calle, en el
curro, en la bañera.
Por cantar... menos un bakalao lo que
quieras.
Por silbar... al paso de una guapa peluquera.
etcétera.
Como un explorador
Después de tanto tiempo al fin te has ido
y, en vez de
lamentarme, he decidido
tomármelo con calma.
De par en par
he abierto los balcones,
he sacudido el polvo a todos los
rincones
de mi alma.
Me he dicho que la vida no es un
valle
de lágrimas... y he salido a la calle
como un
explorador.
He vuelto a tropezar con el pasado
y he
decidido, en el bar de mis pecados,
otra copa de ron.
Y
en otros ojos me olvidé de tu mirada
y en otros labios despisté
a la madrugada
y en otro pelo
me curé del desconsuelo
que empapaba mi almohada.
Y en otros puertos he atracado
mi velero
y en otros cuartos he colgado mi sombrero,
y una
mañana
comprendí que aveces gana
el que pierde a una
mujer.
Con el cartel de libre en la solapa
he vuelto a
ser un guapo entre las guapas
chulapas de Madrid,
sólo me
pongo triste cuando alguno,
en el momento más inoportuno,
me
pregunta por ti.
(Estribillo)
Mujeres fatales
Hay mujeres que arrastran maletas cargadas de lluvia,
hay
mujeres que nunca reciben postales de amor,
hay mujeres que
sueñan con trenes llenos de soldados,
hay mujeres que dicen que
sí cuando dicen que no.
Hay mujeres que bailan desnudas en
cárceles de oro,
hay mujeres que buscan deseo y encuentran
piedad,
hay mujeres atadas de manos y pies al olvido,
hay
mujeres que huyen perseguidas por su soledad.
Hay mujeres
veneno, mujeres imán,
hay mujeres consuelo, mujeres puñal,
hay mujeres de fuego,
hay mujeres de hielo,
mujeres
fatal.
Mujeres fatal.
Hay mujeres que tocan y curan, que
besan y matan,
hay mujeres que ni cuando mienten dicen la
verdad,
hay mujeres que abren agujeros negros en el alma,
hay
mujeres que empiezan la guerra firmando la paz.
Hay mujeres
envueltas en pieles sin cuerpo debajo,
hay mujeres en cuyas
caderas no se pone el sol,
hay mujeres que van al amor como van
al trabajo,
hay mujeres capaces de hacerme perder la razón.
(Estribillo)
Hay mujeres que compran a plazos un
nicho en el cielo,
hay mujeres que cambian abrazos por ramos de
azahar.
(Estribillo)
Ganas de ...
Hierven los clubs y los adolescentes
comen pastillas de
colores.
Harto de mal vivir el siglo veinte
muere de mal de
amores.
Los hechiceros de la tribu resucitan
para
invertir en mis pecados
y hacen los traficantes de estampitas
su agosto en el supermercado.
Y la mentira vale más la
verdad
y la verdad es un castillo de arena
y por las
autopistas de la libertad
nadie se atreve a conducir sin
cadenas.
Y yo me muero de
ganas de decirte que
me
muero de
ganas de decirte que te quiero.
Y que no quiero
que venga el destino a vengarse de mí
y que prefiero la guerra
contigo al invierno sin ti.
Cada mañana salto de la cama
pisando arenas movedizas,
cuesta vivir cuando lo que se ama
se llena de ceniza.
Y por las calles va solo el corazón
sin un mal beso que llevarse a la boca
y sopla el viento
frío de la humillación
envileciendo cada cuerpo que
toca.
(Estribillo)
(Estribillo)
La casa por la
ventana
Quemaron todas las naves
para iniciar una nueva vida
pagaron cara la llave
falsa de la tierra prometida.
Pero, en lugar del Caribe,
con su bachata, con sus palmeras,
la madre patria recibe
al inmigrante por peteneras.
Y
no es bona Barcelona
cuando la bolsa, primo, no sona
y gana
el cholo en Madrid
menos que un perro sin pedigrí,
y el
mestizo por Sevilla,
va dando cantes por pesadillas,
y, si
dos vascos atracan
a un farmacéutico en Vigo
jura el testigo
que eran sudacas.
Y cada fin de semana
tiran la casa por
la ventana
marcándose un agarrado
en El Café del Mercado
que no es lo mismo que el Tropicana.
Se matan haciendo
camas,
vendiendo besos, lustrando suelos,
si pica el hambre
en la rama
la tortolita levanta el vuelo.
Y, en
plazoletas y cines,
por un jergón y un plato de sopa,
con
una alfombra y un Kleenex
le sacan brillo al culo de
Europa.
Y, el cuerpo de policía
viene con leyes de
extranjería
y, al moro de la patera,
le corta el rollo una
patrullera,
y, al mulato sabrosón,
le dan en toda la
inquisición,
y, al gitanito, la ola
malaje y paya le quema
el tejadillo de la chabola.
Y cada fin de semana
tiran la casa por la ventana
chilabas y desayuno
de kifi
con té moruno
y escriben cartas a la sultana.
Y cada fin
de semana
con sus caderas dominicanas,
compadre, una
guarachita,
candomde, samba o rumbita...
¿o es que nunca
estuvo en la Habana?
Y el coreano currela
vendiendo
rollos de plimavela,
y, en bares porno el paquete
de
guineano cuesta un billete,
y, al almacén del judío,
van
seis niñatos buscando lío,
y el ingeniero polaco
que vino
huyendo del frío
ya es mayordomo del tío del saco.
Y cada
fin de semana
tiran la casa por la ventana
y, mientras
planchan un traje,
su corazón de viaje
se va cantando La
Varsoviana.
Y cada fin de semana
queda el negrito
con
la ucraniana,
y bailan polca y pasito,
y soplan vodka y
mojito
y vuelven trompas por la mañana.
Más de cien
mentiras
Tenemos memoria, tenemos amigos,
tenemos los trenes, la risa,
los bares,
tenemos la duda y la fe, sumo y sigo,
tenemos
moteles, garitos, alteres.
Tenemos urgencias, amores que
matan,
tenemos silencio, tabaco, razones,
tenemos Venecia,
tenemos Manhattan,
tenemos cenizas de
revoluciones.
Tenemos zapatos, orgullo, presente,
tenemos
costumbres, pudores, jadeos,
tenemos la boca, tenemos los
dientes,
saliva, cinismo, locura, deseo.
Tenemos el sexo
y el rock y la droga,
los pies en el barrio, y el grito en el
cielo,
tenemos Quintero, León y Quiroga,
y un bisnes
pendiente con Pedro Botero.
Más de cien palabras, más de
cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de
cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen
la pena.
Tenemos un as escondido en la manga,
tenemos
nostalgia, piedad, insolencia,
monjas de Fellini, curas de
Berlanga,
veneno, resaca, perfume, violencia.
Tenemos un
techo con libros y besos,
tenemos el morbo, los celos, la
sangre,
tenemos la niebla metida en los huesos,
tenemos el
lujo de no tener hambre.
Tenemos talones de Aquiles sin
fondos,
ropa de domingo, ninguna bandera,
nubes de verano,
guerras de Macondo,
setas en noviembre, fiebre de
primavera.
Glorietas, revistas, zaguanes, pistolas,
que
importa, lo siento, hastasiempre, te quiero,
hinchas del atleti,
gángsters de Coppola,
verónica y cuarto de Curro
Romero.
(Estribillo)
Tenemos el mal de la melancolía,
la sed y la rabia, el ruido y las nueces,
tenemos el agua y,
dos veces al día,
el santo milagro del pan y los
peces.
Tenemos lolitas, tenemos donjuanes;
Lennon y
McCartney, Gardel y LePera;
tenemos horóscopos, Biblias,
Coranes,
ramblas en la luna, vírgenes de cera.
Tenemos
naufragios soñados en playas
de islotes son nombre ni ley ni
rutina,
tenemos heridas, tenemos medallas,
laureles de
gloria, coronas de espinas.
(Estribillo)
Tenemos
caprichos, muñecas hinchables,
ángeles caídos, barquitos de
vela,
pobre exquisitos, ricos miserables,
ratoncitos Pérez,
dolores de muelas.
Tenemos proyectos que se marchitaron,
crímenes perfectos que no cometimos,
retratos de novias que
nos olvidaron,
y un alma en oferta que nunca
vendimos.
Tenemos poetas, colgados, canallas,
Quijotes y
Sanchos, Babel y Sodoma,
abuelos que siempre ganaban batallas,
caminos que nunca llevaban a Roma.
(Estribillo)
Esta boca es mía
Más vale que no tengamos que elegir
entre el olvido y la
memoria,
entre la nieve y el sudor.
Será mejor que aprendas
a vivir
sobre la línea divisoria
que va del tendio a la
pasión.
No dejes que te impidan galopar
ni los ladridos
de lo perros
ni la quijada de Caín.
Que no te dé el insomnio
por cantar
las gaviotas del desierto,
las amapolas de
París.
Te engañas si me quieres confundir
esta canción
desesperada
no tiene orgullo ni moral
se trata sólo de poder
dormir
sin discutir con la almohada
dónde está el bien,
dónde estáel mal.
La guerra que se acerca estallará
mañana lunes por la tarde
y tú en el cine sin saber
quién es el malo mientras la ciudad
se llana de árboles que
arden
y el cielo aprende a envejecer.
Y sal de ahí
a
defender el pan y la alegría.
Y sal de ahí
para que sepan
que
ESTA BOCA ES MIA.
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