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Alchemical material in Spanish

These translations of various alchemical pieces into Spanish have been donated by Santiago Jubany, who publishes various alchemical and related books under the name Ediciones Indigo.
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INSTRUCCION DE UN PADRE A SU HIJO
ACERCA DEL ARBOL SOLAR

Muy fiel y agradable instrucci�n, extra�da del manuscrito franc�s de un Fil�sofo an�nimo, en la que un padre declara a su hijo todo lo que es necesario para la composici�n y preparaci�n de la Gran Piedra de los Sabios. En diez cap�tulos.

PREFACIO

Objeto de �sta instrucci�n

Mi querido hijo, despu�s de haberme preguntado con frecuencia, y ya hace mucho tiempo, si hab�a de dejarte por escrito los grandes misterios de la C�bala de los Sabios, y al haber llegado finalmente a una extremada vejez, he decidido dejarte �sta instrucci�n como prenda �ltima de mi afecto paternal.

En efecto, he estimado que no pod�a dartetestimonio m�s claro que el manifest�rte, con candidez, sin ninguna par�bola y sin oscuros juegos de palabras, toda la pr�ctica de la verdadera preparaci�n de la Piedra de los Sabios, donde se encuentra la mejor y m�s alta Ciencia de toda la naturaleza entera.

Con objeto de descubrirte una instrucci�n verdadera de nuestro ingenioso Arte y de aquel lugar donde ocultamos las llaves que cierran los misterios de la Naturaleza, te hablar� solamente de cosas esenciales y directamente relacionadas con nuestro Arte, sin enredar tu esp�ritu con todo tipo de consideraciones falsas y superfluas o con similitudes y nombres inventados para designar nuestra materia simple ,aunque los Fil�sofos hagan uso de �stas cosas ya para instruir a los Hijos de la Sabidur�a ya para desviar del camino de la verdad a ignorantes y a falsos disc�pulos.

Sin embargo, yo, en �sta pl�tica, te hablar� clara y abiertamente, no dir� m�s que lo necesario para la preparaci�n de �sta Obra admirable, y sin error ninguno manifestar� la verdadera Ciencia de nuestra �nica y preciosa materia. Es as� que te mostrar� la Sal esencial de Sapiencia, o Azufre de los Sabios, y el modo de preparar el Mercurio de los Fil�sofos, y tambi�n la fuente eterna de Agua viva que, para los Hijos de la Ciencia, es un agua de vida celeste y te mostrar� mediante qu� artificio del Arte ha de ser extra�da de su centro, que es la fuente muy profunda de la Naturaleza.

Te dar� un conocimiento total y perfecto de la calcinaci�n natural y muy secreta de los Fil�sofos, que jam�s ninguno de ellos dej� por escrito, pues �nicamente lo comunicaron al o�do de sus Hijos y Disc�pulos secretos.

Adem�s, en �ste discurso te descubrir� la oculta imbibici�n y Loci�n de los Fil�sofos, el agua �gnea o fuego acuoso que utilizan para lavar y blanquear nuestra Tierra virgen; te har� ver porqu� los Fil�sofos lavan nuestra preciosa materia en la llama del fuego, con objeto de blanquearla y reavivarla, secreto �ste que no han confiado a los libros y que s�lo ense�aron a sus amigos Cabalistas. Adem�s a�adir� a todo esto el modo y la disposici�n del verdadero fuego incombustible y perpetuo de los Sabios y antiguos Fil�sofos. Finalmente te ense�ar� a preparar el Aceite de Oro verdadero de los Fil�sofos en un cuerpo irreductible, sin ninguna cualidad corrosiva; as� hacen ellos su preciosa materia penetrante y fluente; �ste Aceite de Oro es el gran remedio universal para todas las enfermedades que puedan acaecer al cuerpo humano; en efecto, es el gran Oro Potable de los antiguos Fil�sofos.

Desde luego, te ense�ar� el trabajo manual y la pr�ctica de todas �stas cosas, pues nuestra Obra es f�cil de hacery, manifest�ndola, descubriremos que es un juego de ni�os, m�s simple que la laboriosa operaci�n de las mujeres.

Cierto es que �ste peque�o Tratado, que no se ocupa de otra cosa sino de Alquimia verdadera y congruente con la Naturaleza, ha sido escrito �nicamente para tu instrucci�n pero, antes de entrar en la antedicha materia, necesitomostrartequ� es en realidad la Alquimia, y que diferencia ha de haber entre los alquimistas vulgares y los verdaderos Fil�sofos.

" En la esfera superior se encuentra
en medio de la fuente
el fil�n de los Fil�sofos,
la regla primera "

HERMES

Sumario de los diez cap�tulos :

I.De la diferencia que hay entre �sta Obra suprema, tan divina como natural, y el arte vulgar y condenable de los alquimistas.

II.Del plant�o del �rbol de Oro

III.De la Tierra Virgen de los Fil�sofos.

IV.Del Agua de los Sabios, y de c�mo irriga al �rbol de los Fil�sofos.

V.De la diferencia que hay entre el Mercurio de los Sabios y el vulgar de los laboratorios.

VI.De la extracci�n de la semilla muy preciosa de los metales.

VII.De la calcinaci�n natural.

VIII.De la loci�n de la Tierra Filos�fica.

IX. De la cocci�n o maduraci�n de las semillas doradas y del Mercurio y del fuego vivificante de los Fil�sofos.

X. Exhortaci�n sobre el verdadero uso y la excelencia de la Gran Obra de los Fil�sofos.

CAPITULO I

De lo que es la Alquimia y de la diferencia que hay entre la verdadera y la falsa

Has de saber, hijo m�o, que la palabra Alquimia, en lengua �rabe, significa Fuego. La Alquimia es una parte muy oculta de la Filosof�a natural y la parte m�s necesaria de la F�sica, que es la investigaci�n de la Naturaleza; con ella se hace un Arte que no puede compararse a ning�n otro, porque ense�a a perfeccionar todas las piedras preciosas imperfectas, a conducir los cuerpos humanos afecta- dos por la enfermedad hacia una salud perfecta y a transmutar los metales corporales imperfectos en oro y plata verdaderos. Todo esto se hace con un cierto cuerpo medicinal universal del quetodas las medicinas particulares han recibido alguna cosa y �ste cuerpo medicinal se prepara con el trabajo de las manos, mediante un oculto ingenio y un Arte que �nicamente conocen los Hijos de la Verdad.

Aprende, hijo m�o, que �sta Ciencia es llamada Flor de la Sapiencia, porqueaclara el entendimiento humano,lo aguza y, en fin,lo convence por la experiencia de la verdad. Todav�a en nuestros d�as quedan muchos testimonios por declarar. Esta Ciencia admirable de la Alquimia natural muestra al intelecto humano una v�a con la que se puede comprender, demanera viva y por efecto de una profunda investigaci�n, de qu� manera penetran todas las cosas en las potencias y virtudes divinas, y c�mo subsisten en ellas.

Aunque en mi discurso te hable mucho de Alquimiano me refiero a aquella que se practica vulgarmente en nuestros d�as. Pongo en claro una gran diferencia entre la que se practica com�nmente y aquella otra que es propia de los Fil�sofos, distingo entre aquellas operaciones de los alquimistas contempor�neos y aquellas de los Hijos de la Ciencia. Por eso, y a fin de que no te equivoques en un asunto tan grave, te prohibo toda frecuentaci�n con los falsos disc�pulos del Arte, que dan recetas variadas.

Voy a hablar de los alquimistas vulgares: en efecto, �stos no cesar�n de desviarte de la verdadera v�a, que yo te muestro, con objeto de seducir y dar ocasi�n para que te adhieras a sus opiniones falsas y a sus locas imaginaciones. Sabe pues que la diferencia entre los verdaderos Fil�sofos y los alquimistas vulgares es tan grande como la que hay entre el d�a y la noche, y esa diferencia se ve bien en esto: que no se ha de tomar m�s que una sola y �nica cosa para preparar la Piedra de los Fil�sofos. Los alquimistas vulgares, por el contrario, pretenden tomar muchas materias distintas con la esperanza de alcanzar as� el objeto de sus deseos. Los verdaderos Fil�sofos realizan su Obra con tiempo, sin gastos y operan en silencio con un solo vaso, un solo horno, y una sola materia, o dos ( que sin embargo son de la misma naturaleza).

Los alquimistas vulgares trabajan con muchos esfuerzos, con grandes gastos,con todo tipo de hornos y de fuegos y con una multitud de materias diferentes; en suma, que siDios Todopoderoso lo cre� todo de la nada, los alquimistas vulgares, del todo hacen nada. Los Alquimistas verdaderos, por el contrario, imitando a la Naturaleza, y con una peque�a cantidad de su materia, realizan grandes cosas.

A�n podr�a decirte muchas m�s cosas acerca de los alquimistas vulgares, pero esto bastar� para demostrarte que habr�as de estar completamente privado de sentido si despu�s de estar en posesi�n de la m�s alta Ciencia, que te muestro en �ste tratado, quisieras seguir el m�todo de aquellos que respecto a �sta sublime Ciencia, est�n ciegos e ignorantes, o si hablaras de �stas cosas con ellos. Por otra parte, solamente he escrito �ste cap�tulo con la intenci�n de ense�arte en qu� consiste la excelencia de la verdadera Alquimia natural.

Con �sta comparaci�n descrita entre el verdadero Fil�sofo y el alquimista vulgar s�lo pretendo hacerte saber que siempre encontrar�s la verdadera Ciencia pr�xima a los verdaderos Fil�sofos, pero cerca de los alquimistas vulgares solo encontrar�signorancia y tristeza.

Ahora voy a declararte la muy ingeniosa y muy f�cil pr�ctica de la Gran Obra de los Fil�sofos, pero antes de revelarte el misterio de nuestra operaci�n simple y muy secreta, he tomado la resoluci�n de a�adir el siguiente cap�tulo, en el que, como en un cuadro, podr� mostrar ante tus ojos el Jard�n natural de los Fil�sofos, donde los verdaderos Hijos de la Ciencia acostumbran a sembrar, plantar y trasplantar el �rbol Solar y Lunar. Con �ste ejemplo advertir�s que todo el cuidado, el trabajo y la diligencia de los Fil�sofos tan solo consiste en esto : preparan su Tierra como se debe, y despu�s de haberla trabajado naturalmente y con esmero, como hace el campesino, no hacen sino sembrar ah� su semilla met�lica que, a su debido tiempo, producir�naturalmente el �rbol Solar.

CAPITULO II

C�mo hay que sembrar naturalmente el �rbol Solar de los Fil�sofos, c�mo plantarlo y trasplantarlo.

No ignores, hijo m�o, que el grano de trigo que se siembra en la tierra ha de estar maduro, puro, sin defecto ni corrupci�n, que su sal vegetativa, llamada a fructificar, no ha de estar cambiada ni alterada en nada: si un grano as� es echado en una tierra f�rtil, bien adobada y trabajada, necesariamente la tierra lo recoger�, lo abrir� y librar� de los lazos de su primera fijaci�n o ligadura, con objeto de poder despertar en �l el movimiento de la virtud seminal, y �sto se hace gracias al trabajo e industria de la Naturaleza sobre un campo f�rtil, abundante en sal nitro, con el favor del aire y de los rayos solares pues, para madurar y perfeccionarse, precisa de la ayuda y cooperaci�n de los cuatro elementos.

Con lo que acabo de decir puedes ves clara- mente porqu� el grano de trigo ha de corromperse: esa putrefacci�n lo reblandece, engrasa, hincha y hace que abandone su envoltura. Con �stas palabras quiero indicar que, por a traves de la putrefacci�n, el alma, o la vida encerrada en el grano, despu�s de resucitada, se manifestar�. En efecto, cuando el alma recupera su libertad, como si volviera a la vida, empieza produciendo una hojita tierna y despu�s un peque�o tallo en el que, seguidamente, se fijar� un brote. Crece aumentando poco a poco de tama�o con ayuda del calor a�reo y de la humedad terrestre, llegando hasta la altura conveniente a las espigas, para producir finalmente m�ltiples granos y paja, a la vez que peque�as hojas sobre las que aparecen unas flores que antes estaban encerradas en ellas. Cuando los granos est�n maduros, como a causa del calor, son dotados por la Naturaleza con un color dorado.

Con esto quete digo puedes ver claramente que el grano de trigo echado en tierra, ha muerto, pero aquella alma, primitivamente incluida en �l por la Naturaleza, ha tenido que ser liberada, por la putrefacci�n, para convertirse de nuevo en espiga de trigo por el crecimiento de un tallo que asciende hacia lo alto para tornarse cien veces mejor de lo que era en su savia o h�medo, y en su forma. Y si el grano de trigo no se hubiese corrompido en la tierra, jam�s hubiera podido crecer ni llegar a una m�s alta y mayor virtud de su h�medo.

En relaci�n al nuevo grano de trigo, existen tres or�genes o tres objetos diversos que provienen del esp�ritu: primeramente, el mismo grano que se pudre en la tierra; a continuaci�n, el tallo que surge de la tierra; en tercer lugar, la espiga que crece a partir del grano sembrado y del tallo; en cuarto lugar, y despu�s de las tres primeras partes ya citadas, el nuevo grano. Estas cuatro cosas tienen cada una un nombre distinto, por m�s que la cosa, considerada en s� misma, no sea sino una: un peque�o brote de trigo nacido de un solo grano. Las cuatro estaban escondidas previamente en el �nico grano de trigo y no han sido producidas m�s que por una sola cosa, a saber, por el trabajo de la Naturaleza sobre una tierra f�rtil, con el favor del calor a�reo y de los rayos solares, como ya he dicho antes.

Ahora te pido que examines con los ojos del esp�ritu, en todas sus particularidades, el peque�o brote del grano de trigo, a fin de que seas capaz de plantar el �rbol de los Fil�sofos de igual manera promoviendo en �l la acci�n de su h�medo radical para que crezca de tal suerte que el oro muy noble y la plata (en cuya naturaleza est�n infusas y bien dispuestas, todas las virtudes celestes y terrestres de los elementos) sean capaces de crecer y madurar como en una semilla incorruptible.

Pero has de tener mucho cuidado de no separar de su Goma a los citados oro y plata, ni conmateria mineral alguna, ni con agua fuerte, ni con nada parecido.

De igual manera que el grano de trigo, cuando es corrompido por la humedad de la tierra, se pudre y libera de los lazos de su primera fijaci�n, de igual manera, digo, el oro y la plata han de ser separados y liberados de los lazos con que estaban encadenados, como el grano de trigo, a la sal y al azufre. Esto es lo que puede hacer el Fil�sofo con la Llave de los Sabios, es decir, con la suculenta, f�rtil y virgen Tierra de los Sapientes,en una palabra.

Mediante el agua viva natural el oro puede ser disuelto, calcinado, preparado y, por sublimaci�n, putrefacci�n y digesti�n, cuando ya ha sido separado de todo lo que le es ajeno, ser dispuesto de manera que permanezca en su virtud esperm�tica y pueda ser puesto en v�as de regeneraci�n. De �ste modo, el alma y el esp�ritu de nuestro Oro vivo pueden ser extra�dos de su propio cuerpo, donde permanec�an cautivos y sin ninguna virtud capaz de engendrar la Piedra.

En efecto, nada hay m�s cierto que esto : en el mundo entero no se puede encontrar nada que pueda ser regenerado sin antes no ha sido destruido por la putrefacci�n y la muerte, pues la mortificaci�n es la �nica v�a y entrada para acceder, por medio del calor nativo, a una nueva generaci�n .

Por otra parte, la disoluci�n del grano de trigo no se realiza ni en el agua, ni en una tierra arenosa, pedregosa o �rida, sino que se hace mediante la humedad visible y templada de la tierra, de tal forma que el grano se hincha y atrae hacia su ra�z, gracias a un cierto instinto, la virtud natural de la Sal central terrestre, con objeto de mezclarse de mezclarse a �sta sal, de extraer de ella su alimento y de permanecer y esconderse en ella.

De este modo, cuando el cuerpo del grano atrae hacia si la humedad natural que le penetra, el cuerpo de la semilla se abre y se prepara para una ulterior generaci�n. Nuestra Tierra virgen natural se dispone de una forma que es, a todas luces, semejante y se purifica sin adici�n de nada extra�o. Nosotros tambi�n sembramos de �sta forma la semilla met�lica del Oro vivo de los Sapientes en nuestro campo as� preparado, que es el Mercurio de los Sabios, a fin de producir el �rbol Solar.

Con el siguiente ejemplo te descubrir� �sto m�s claramente, y en pocas palabras te revelar� el secreto de todos los secretos de la Piedra de los Sabios.

En efecto, ten por muy cierto que toda la labor y todo el trabajo del Arte del Misterio oculto de los Sabios consiste �nicamente en esto: en saber de qu� modo puede ser adquirida naturalmente su Tierra virgen, y c�mo habr� que prepararla despu�s del mismo modo que los campesinos cuando cultivan su tierra para que les produzca trigo. Por tanto, considera el trabajo del campesino y c�mo lo hace para producir trigo.

Empieza por buscar una buena tierra, despu�s busca una buena simiente, tal como se la suministra la naturaleza, a continuaci�n se ocupa, con esmero, de cultivar su campo. Empieza por limpiar su tierra libr�ndola de las piedras grandes y de los troncos que pudieran da�ar la semilla; despu�s, por medio del trabajo reiterado del arado, a lo largo delas diversas �pocas del a�o ,se esfuerza en hacerla m�s esponjosa para que pueda ser humectada, asperjada, lavada e impregnada con vistas a la fructificaci�n de la virtud celeste, por la lluvia y el roc�o, desecada ya de su superflua humedad terrestre. Adem�s le dar� calor con esti�rcol campestre conservando ese calor gracias a la grasa del esti�rcol esparcido. Despu�s de todo esto, siembra su grano, sin ning�n artificio, en su tierra bien cultivada.

Es evidente, pues, que el campesino, para producir su grano, no hace ning�n otro trabajo m�s que cultivar bien su campo y emplear una semilla tal como se lo ha dado la naturaleza. Si los hijos de la Ciencia disponen su trabajo natural de la misma forma, su Obra llegar� a buen fin. Y del mismo modo que el precio pagado por el campesino para adquirir una tierra com�n y vil es su mayor gasto, lo m�s dif�cil para el Fil�sofo es la adquisici�n de su Tierra con lo que, una vez adquirida, solo quedar� el problema de prepararla bien seg�n el m�todo de trabajo de los Sapientes.

Por tanto, al igual que lo campesinos, quitaremos de nuestra tierra toda impureza y superfluidad. A continuaci�n la haremos m�s espon- josa seg�n el Arte y la Naturaleza, lav�ndola, reg�ndola y desec�ndola. Hecho esto, la engrasare- mos con su grasa natural y despu�s de haber recibido el roc�o del cielo, que le comunicamos a la manera de los Sabios, est�r� tan bien preparada que quedar� dispuesta para recibir la semilla met�lica de nuestra Piedra, es decir, del Oro vivo de los Sabios que, a su debido tiempo, producir� el �rbol Solar.

He aqu�, hijo m�o, en pocas palabras, todo el fundamento, la llave y la fuente de la Obra entera de los Fil�sofos. En suma, nuestro �rbol Solar y Lunar, por medio de nuestra Tierra virgen preparada y sabiamente cultivada, y con nuestro Oro Vivo, (que es la verdadera simiente met�lica a sembrar en nuestra tierra esponjosa) alarga tales ra�ces y crece hasta tal punto que puede ser trasplantado seg�n el modo de los Sabios. Y es �sta una cosa muy cierta y verdadera:el oro producido al estilo de los Sabios y por su ingenioso secreto, adquiere una virtud tal, por la fuerza de su regeneraci�n, que supera en mucho, y sin ninguna comparaci�n posible, al oro que nace de las entra�as de la tierra.

Cabe a�adir que la segunda generaci�n es superior a la primera, la tercera a la segunda y la cuarta a la tercera es decir, que la virtud de �ste �rbol se multiplica por diez cada vez que se trasplanta y puede alcanzar tal grado de perfecci�n que, con su calor muy penetrante y su mucha pureza, puede hacer de la luna y del mercurio vulgaresalgo totalmente parecido al oro met�lico natural.

Por tanto, hijo m�o, despu�s de haberte esbo-zado suficientemente la verdadera forma en que siembran, plantan y trasplantan su �rbol Solar de la Sabidur�a, te mostrar�, en el siguiente cap�tulo, la materia verdadera de la que se valen los Sabios para hacer su bendita Piedra; en fin, te descubrir�, en su orden, todas nuestras operaciones naturales, y al final de �ste libro te comunicar� la pr�ctica.

CAPITULO III

Cuales son los signos mediante los cuales podemos conocer la Tierra virgen de los Sabios, que es la materia primera de la Piedra de los Fil�sofos.

As� como nada hay m�s cierto que la muerte, ni m�s incierto que su hora y circunstancias , tampoco nada es m�s cierto que hay una cierta materia con la que trabajan los Fil�sofos. Del mismo modo, no existe nada tan ignorado por los qu�micos ignorantes como esa materia de la que se sirven los Hijos de la Sabidur�a para la preparaci�n de la Gran Obra.

Habi�ndome comprometido contigo, hijo m�o, con mis promesas de mostrarte desnuda y entera- mente la pr�ctica de la Piedra, y de hablarte de ello sencillamente y sin met�foras, empezar� mi instrucci�n enumer�ndote las propiedades y signos verdaderos con los que, sin dejar lugar a dudas, podr�s reconocer nuestra materia entre todas las cosas del mundo entero. Te descubrir� sus se�ales infalibles, propias y particulares, que a ninguna otra cosa convienen en toda la naturaleza, fuera de nuestra sola y �nica Tierra virgen.

Has de saber que el sujeto ocosa que conviene tomar para hacer nuestra Medicina universal, es una materia preciosa que no se encuentra sobre la tierra de los vivos. Digo que es un esp�ritu corporal o un cuerpo espiritual que, ciertamente, es el Nitro de los Sabios y a decir verdad, una tierra grasa, pesada y suculenta, �til y preciosa, com�n para los inteligentes pero muy escondida a los ignorantes. Esta materia excelente se encuentra por todas partes, envalles, llanos, campos, antros de la tierra ,enmonta�as e incluso en tu propia casa. Es el roc�o del cielo, la grasa de la tierra y el muy precioso Nitro natural de los Sabios. Es la materia viscosa con la que fue hecho Ad�n y, en resumen, nuestra materia es una Tierra virgen sobre la que jam�s han brillado los rayos del Sol, aunque �l sea su padre y la Luna su madre.

Los Fil�sofos llaman Nodriza de los dioses a nuestra Tierra virgen porque el Sol, la Luna e incluso todos los metales extraen de ella su origen. Tambi�n se la llama Esposa del Cielo estrellado, porque cada d�a el Cielo le transmite sus influencias de un modo completo y abundante, por eso es llamadoAlma y Esp�ritu vivificante de la tierra elemental. En efecto, en ella est�n contenidas la virtud generatriz y los colores de todas las cosas de la naturaleza entera. Adem�s, nada podr�a vivir sin nuestra materia. A menudo, los Sabios la llaman su Andr�gino y su Hermafrodita, porque consiste en dos naturalezas, es decir, que de ella se extraen el Azufre y el Mercurio, de los cuales el uno es considerado hombre y el otro, mujer. Tambi�n se la llama Proteo y Camale�n de los Sabios, pues se transforma en todo tipo de formas. Es capaz de tantas formas distintas, es tan mutable, que incluso es alterada por el Sol y por el aire, que la transforman en un abrir y cerrar de ojos, por m�s que uno y otro cumplansu cometido en la producci�n de nuestra materia. Esto bastar� al Fil�sofo para conocer nuestra Tierra virgen y discernirla de la tierra vulgar.

A fin de ense�arte a reconocerla bien, sin ning�n error, te digo una vez m�s que nuestra materia no es m�s que una tierra, pero no aquella sobre la que andamos; m�s bien es aquella que est� suspendida sobre nuestra cabeza y que los Sabios llaman su Tierra virgen foliada, que desde el principio del mundo es tierra y que por lo tanto, jam�s fue tierra. Es el elemento que elementa la tierra y le ha dado su origen; en pocas palabras, es la muy noble Tierra de los Sabios. El padre es el Sol y la madre, la Luna. Digo que es una grasa mineral, una noble esencia espiritual y corporal con la que se prepara el verdadero Mercurio de los Sabios. A decir verdad, es el Mercurio com�n de los Sabios, pero no el mercurio vulgar del vulgo. Es la bendici�n del cielo que sale de esta Tierra celeste, porque es regada e impregnada con la virtud celeste del cielo estrellado. Esta preciosa materia puede ser buscada y adquirida en las cavernas, en el llano y en las monta�as. En efecto se encuentra en cualquier lugar sobre la tierra habitable, pero hay que tomarla antes de que la vea el Sol.

Cuando tengas verdadero conocimiento de �sta materia �nica, extraer�s de ella el Mercurio de los Sabios, la Tierra virgen de los Sapientes, la preciosa Sal de la Naturaleza, el Agua viva perpetua de los Hijos de la Sapiencia, de donde separar�s el Oro y el Azufre met�lico, para hacer con �lun fuego raro, muy secreto e incombustible. Pero lo que te digo es, por lo general, imposible de descubrir y experimentar, por m�s que sea la Materia verdadera y �nica de la Piedra de los Sabios, si no es revelada fielmente por un amigo que la conozca.

Lo que tomamos para preparar la Obra filos�fica no es sino el peque�o pez Echeneis, desprovisto de sangre y espinas, que est� oculto en la regi�n profunda del centro del gran Mar del Mundo. Este pez, que es muy peque�o, es �nico en su forma, en tantoel mar es grande y vasto, por eso es imposible que lo alcancen aquellos que ignoran en que parte del mundo habita. Puedes creerme enteramente cuando te digo que jam�s encontrar� la materia de la Piedra de los Sabios quien, -seg�n Teofrasto-, no sea experto en el Arte de atraer la Luna del firmamento y hacerla descender del cielo a la tierra para transformarlaen agua y despu�s en tierra.

Una de �stas cosas, pero, no es tan dif�cil de hacer como de encontrar. Cuando decimos fielmente algunas palabras al o�do de un amigo verdadero, mostramos este oculto secreto de los Sabios, a saber, c�mo se puede asir de un modo natural el peque�o pez llamado R�mora, capaz de detener a los orgullosos nav�os en su curso por el gran mar Oc�ano ( que es el Esp�ritu del mundo). Pero quienesno forman parte de los Hijos del Arte, absolutamente ignorantes, no han conocido los preciosos tesoros, ocultados por la Naturaleza en el Agua de vida celeste y preciosa de nuestro Mar.

Pero para transmitirte la clara luz de nuestra materia �nica, o de nuestra Tierra virgen, y para ense�arte c�mo se puede adquirir �ste Arte supremo de los Hijos de la Sabidur�a, es preciso que te instruya previamente acerca del Im�n de los Sabios, que tiene el poder de atraer al peque�o pez Echeneis, o R�mora, del profundo centro de nuestro Mar. Si es asido de modo conforme a la Naturaleza, se transforma primero, y de modo natural, en agua, despu�s en tierra y �sta, preparada como conviene por el ingenioso secreto de los Sabios, tiene el poder de disolver todos los cuerpos fijos para volverlos vol�tiles, y de purgar a todos aquellos que est�n envenenados. Esta pr�ctica est� contenida en pocas palabras al final de �ste peque�o Libro.

CAPITULO IV

Del Agua Filos�fica, absolutamente necesaria para la composici�n de la Obra de los Sabios.

Dado que ahora ya has encontrado la Ciencia completa de la materia oculta con la que hacen su Piedra los Sabios, y dado que ahora deseas llegar a la perfecci�n de su Obra,habr�s de convertir, para empezar, �sta materia en agua por medio de un singular procedimiento secreto y, despu�s de su evaporaci�n natural, transformarla en tierra con un hacer suave, natural y oculto. Cuando hayas hecho esto te convertir�s en poseedor de la Tierra de los Sabios, que es Tierra desde el principio del mundo y que, por tanto, jam�s fue tierra. Con �sta Tierra los Sabios preparan su Mercurio y su Mercurio doble. Extraen su agua seca de vida, a la que llaman Fuego acuoso y Agua �gnea que, por su propia naturaleza, engulle todos los cuerpos disolviendo radicalmente todas sus partes. Sin embargo, cuando te digo que disuelve los cuerpos, mi intenci�n no es que utilices un cuerpo met�lico.

En efecto, el cuerpo no es la materia con que trabajamos, pues los cuerpos, por si mismos, no son penetrantes; quiero decir que los cuerpos no tienen ninguna eficacia ni virtud si no es por los esp�ritus que contienen, y los mismos esp�ritus no pueden de ning�n modo producir sus efectos, ni cumplir con su cometido, si antes no son liberados y separados de los cuerpos duros en los que est�n s�lidamente detenidos.

De todo esto habr�s de concluir, hijo m�o, que con lo cuerpos duros no es posible ninguna transmutaci�n,pero si cuando �stos han sido reblan- decidos y se han tornado fluidos. En otras palabras, hay que reducir la humedad hasta que aquello que estaba escondido se haga manifiesto; eso es lo que insinuan los Sabios cuando dicen: lo duro ha de ser reblandecido. Otra cosa no es, sino el cambiar los cuerpos crudos, reblandecerlos en el agua de la Fuente de Juventud hasta que se liberen de su dureza y sequedad, pues el cuerpo seco, como se ha dicho, no tiene ninguna propiedad penetrante y no ti�e m�s que a si mismo. El cuerpo grueso y espeso, por tanto, no puede te�ir porque no puede penetrar, y al no penetrar no produce alteraci�n alguna.

As�, es cierto y seguro que,ni el oro, ni los dem�s metales no podr�n te�ir nada mientras no se haya extra�do el esp�ritu que est� incluido en ellos y no haya sido sacado del centro de nuestra Tierra Solar Ad�mica por acci�n de nuestra Agua blanca; cuando es sacado a la luz, esa agua lo torna espiritual, lo blanquea y lo transforma en un esp�ritu y alma admirable.

Si sopesas cuidadosamente mis palabras, reconocer�s que no tienen otro objeto queense�arte la meta principal de nuestro Secreto divino, a saber: de qu� modo los cuerpos duros y secos, por medio de nuestra Agua viva extra�da de la Fuente de los Sabios, han de ser reducidos a sustancia fluida, vol�til y espiritual.

�Oh, hijo m�o, que admirable es la Naturaleza,que tiene el poder de transformar los cuerpos en esp�ritus! y sin embargo, esto no ser�a posible si, previamente, el esp�ritu no hubiera sido incorporado y si el cuerpo no se hubiera hecho uno con el esp�ritu, primero vol�til y despu�s hecho fijo y constante.

Digo que el noble Arte de los Sabios es la m�s admirable cosa que existe, porque puede tornar vol�til al oro, cuya naturaleza es muy fija.

Mi �nica intenci�n esque comprendas bien en tu alma que si los cuerpos no son disueltos por nuestra Agua viva,si no son por ella imbibidos y reblandecidos y de este modo abiertos y despojados de su masa dura para ser reducidos a esp�ritu puro y sutil, nuestra labor no ser� sino un in�til enga�o. Mientras los cuerpos no hayan sido convertidos en no-cuerpos, es decir, en su primera materia, la regla y la llave de nuestro Arte no ser� encontrada. As�,la �nica meta de nuestro Arte es volver fluidos los cuerpos duros y s�lidos con objeto de hacer la Tintura. Cierto es que toda tintura te�ir� cien mil veces m�s si est� en una sustancia liquida que si est� en un cuerpo duro y craso; un ejemplo evidente lo tenemos en el azafr�n, la p�rpura y el quermes. Por eso te digo una vez m�s: si los cuerpos no se vuelven finos y sutiles como el agua y el fuego natural, a fin de que puedan elevarse como esp�ritus, y si no son como el agua, el vapor o la plata viva, la llave de nuestro Arte todav�a no ha sido encontrada.

Aquel que tenga la intenci�n de comenzar su trabajo seg�n la Naturaleza, es decir, de operar con Sabidur�a en el Trabajo filos�fico, comenzar� con la soluci�n y destrucci�n de los cuerpos y con la mutaci�n de la forma met�lica. Esta obraconsiste en convertir los cuerpos en no-cuerpos y esp�ritus fijos y en que la forma, dura y s�lida de nuestra Tierra met�lica vegetativa y animal, o creciente y viva, e incluso Ad�mica, sufra la destrucci�n para recibir una forma y una sustancia h�meda, meliflua y fluente. Solamente por medio de �sta cualidad adquiere el poder y la virtud de penetrar en los dem�s cuerpos, mezcl�ndose inseparablemente con ellos, cosa �sta que jam�s podr�an hacer los cuerpos duros de los metales, a causa de su terrestreidad.

Pero para descubrirte m�s claramente la cosa y desvelar toda la oscuridad de los Sabios, has de imitar a la Naturaleza en todas tus obras, desde el principio al fin, pues con ella los Sabios hacen su Mercurio doble, por el que conducen a su Piedra hacia el fin deseado.

La Naturaleza,digo, les suministra la verdadera materia con la que, a trav�s de ella, trabajan. No son sino sus Ministros y, seg�n las exigencias de la cosa, elevan lo que hay que elevar, transforman, y de nuevo juntan, y sin embargo, todo lo hacen por la Naturaleza, a fin de que �sta pueda operar con m�s eficacia.

Dado que los Fil�sofos son los verdaderos imitadores de la Naturaleza deber�noperar, por esta misma raz�n, igual que ella, pues su Obra no admite nada extra�o, operando a trav�s de cosas semejantes, que son lo semejante a la Naturaleza. Naturaleza ama a Naturaleza y se complace en Naturaleza. El Sabio, en la preparaci�n de su Piedra, tambi�n ha de estar en una disposici�n de esp�ritu tal que tenga por norma el no a�adir nada extra�o a la naturaleza de la cosa que se ha de disolver. La cosa a disolver ha de ser, en efecto, de la misma naturaleza que el disolvente.

Te ruego consideres la generaci�n de un ni�o : la sangre menstrual de la mujer � acaso no es, en su principio, de la misma naturaleza y de la misma materia que aquella otra con la que fue formado el ni�o, aunque parezca muy diferente? Ciertamente, tambi�n es necesario que el Agua de vida de nuestra Fuente de Juvencia sea de la naturaleza de la simiente met�lica, a fin de que, por efecto de un estrecho parentesco, se unan una a la otra, y que la gran potencia natural de �ste amor rechace y rompa los lazos de la prisi�n donde, estrechamente encadenada, se encuentra �sta preciosa simiente.

Si nuestra Agua seca y viva no fuera de la naturaleza del Azufre y de nuestro Mercurio natural, jam�s podr�a unirse a �l en el momento de la conjunci�n y no tendr�a ning�n poder para sacarlo de la cautividad. Pero nuestra Agua seca met�lica le est� de tal modo emparentada y es hasta tal punto de su naturaleza, que se le une como si fuera una hermana del Mercurio natural. Ambas tienen el mismo origen y han de salir de una fuente y de una ra�z �nica, de ah� su amor natural y su uni�n, que provienen de su conformidad de naturalezas; por eso, despu�s de que su uni�n se haya consumado, le llamamos nuestro Mercurio doble.

Por tanto, presta atenci�n en hacer bien nuestra Agua viva y seca de nuestra fuente, seg�n el modo que te mostrar�. En efecto, es el origen de nuestra Obra, es la Llave muy noble de la Obra de los Sabios y el instrumento principal de nuestra Piedra. Es indudable que quien no trabaja para preparar �sta Llave hace que la Obra filos�fica resulte infructuosa. Nuestra Agua es el �nico instrumento, en la naturaleza de las cosas, con el que podemos obtener f�sicamente la muy noble Semilla de los metales, u Oro vivo de los Fil�sofos. El Azufre de los Sabios no puede, de ninguna manera, ser extra�dosino es a trav�s de su Menstruo natural, apropiado a �sta Semilla met�lica preciosa y admirable, y este Menstruo no es otra cosa que nuestra Agua viva y seca.

Por tanto, que tu cuidado consista en preparar bien esta Agua de vida, viviente y celeste, que no moja las manos. Que sea suave, buena y sin acrimonia.

CAPITULO V

De la Plata viva, su naturaleza y propiedad

En el Arte qu�mico la plata viva es la plata viva com�n: exteriormente y en apariencia, fr�a y h�meda, pero secretamente, en su interior, caliente y seca. N�tese que �ste calor y esta sequedad conte- nidos en ella son una viscosidad y un h�medo muy c�lido. Ciertamente es un esp�ritu corporal y vivo donde est�n escondidas todas las congelaciones de nuestra Piedra.

El esp�ritu elemental del mercurio com�n est� sometido a todos los superiores, sin ninguna ex- cepci�n, es decir, a todo Azufre o simiente met�lica de las grandes luminarias. Sin tener forma deter- minada alguna recibe el esp�ritu de Azufre de cualquier metal igual que la cera sometida a la impresi�n de un sello. Y al igual que la tierra cuando atrae al agua, se impregna de la virtud del agua a fin de adaptarse a la producci�n y mutaci�n de las plantas eso mismo sucede con el mercurio com�n. Al recibir la virtud elemental del Azufre de oro, obtiene la forma del oro. De modo parecido, al recibir la virtud elemental del Azufre de plata, reviste la forma de la plata. As�, se une naturalmente con todos los esp�ritus superiores de los metales, a veces con uno,a veces con otro, de igual manera que el hombre con la mujer, y no sin una cierta mezcla, que te revelo y conf�o que ha de realizarse en un lugar secreto.

Para que comprendas mejor y m�s claramente estas cosas, es decir, de qu� modo el Azufre fijo de los Sabios y el mercurio com�n emprenden su conversi�n de una naturaleza a otra, te recomiendo sopesar cuidadosamente en tu esp�ritu que el agua com�n, aunque naturalmente sea fr�a y h�meda, no por ellose mezcla menos cuando es cocida con los vegetales adquiriendo con ellos una mezcla y una virtud diferente de su virtud natural, y esto es debido a las cosas que se mezclan con ella. Y por esta mezcla, el agua toma durante cualquier cocci�n las cualidades y propiedades de aquello con lo que se ha mezclado.

La plata viva com�n act�a del mismo modo: cuando asume la perfecta naturaleza del Azufre met�lico, con el que se cuece naturalmente, recibe otra naturaleza y cualidad, de las que se impregna y reviste. Cuando es cocida con el Azufre de oro se transforma, se congela y se fija ennaturaleza de oro. Si la cueces encobre yesta�o, adquirir� sus cualidades y se transformar� en su naturaleza. Observar� las mismas reglas en relaci�n a los otros metales, pues �stas cosas se realizan seg�n el m�dulo de la Naturaleza, a la que nada es superior.

Dado que a la Naturaleza le es imposible errar fuera de la v�a recta y com�n, te digo que, si quieres hacer oro y plata a trav�s de la naturaleza, ante todo te es preciso disolver, mezclar y cocer naturalmente su semilla met�lica con Mercurio com�n, pues nuestro Mercurio es su agua met�lica, en la que reciben conversi�n y mutaci�n de una naturaleza a otra; esto ha de ser comprendido del siguiente modo: despu�s de que el Mercurio haya extra�do la simiente del oro y de la plata de su interior, entonces es impregnado con su naturaleza, de igual forma que el aguaimpregnada de sustancias vegetales cuando se la ha cocido con ellas.

Del mismo modo que la naturaleza del germen o de la simiente met�lica es alterado en nuestra Tierra virginal o Mercurio com�n, tambi�n su color se alterar� en �l, se esconder� perfectamente en �ly se insinuar� bajo la forma o figura de nuestro Mercurio com�n, de manera que no podremos conocerla antes de que sea realizada la congelaci�n.

Pero ten cuidado, hijo m�o, de no dejarte enga�ar por �sta expresi�n: mercurio com�n. En efecto, no ignores que hay que establecer una gran diferencia entre el Mercurio com�n y el del vulgo. Cuando hablamos de la plata viva com�n o del mercurio com�n, queremos hablar de nuestro Mercurio com�n, que da vida a todas las cosas que hay en el mundo. El mercurio o plata viva del vulgo es, por el contrario, aquel que se puede ver en lasperfumer�as y farmacias.

Has de saber esto: seg�n la palabra de un gran Fil�sofo, el Mercurio de los Sabios, aunque com�n y necesario a todo el mundo, no se encuentra en la tierra y no se muestra en su desnudez porque la Naturaleza lo ha envuelto de un modo admirable, y este Fil�sofo a�ade lo siguiente:

"He aqu� la diferencia entre nuestra Plata viva y el mercurio vulgar :
1.El mercurio vulgar no disuelve ni al oro ni a la plata y no se mezcla con ellos, de modo quepueden volver a separarse; pero nuestro Mercurio disuelve el oro y la plata y se mezcla con ellos hasta tal punto que no se los puede volver a separar, como sucede con el agua mezclada con agua, que ya no pueden ser distinguidas.
2.Por otra parte, el Mercurio vulgartiene en si un azufre negro muy malo y combustible, pero nuestro Mercurio contiene un Azufre incombustible fijo, muy blanco y muy rojo.
3. El mercurio vulgar es fr�o y h�medo, pero el nuestro es c�lido y h�medo.
4. El mercurio vulgar ennegrece los cuerpos met�licos, pero el nuestro los blanquea y los conduce a una blancura cristalina.
5.Cuando el mercurio vulgar se precipita produce un polvo amarillo y un azufre muy malo, pero nuestra plata viva se transforma, mediante el calor , en un Azufre muy blanco, fijo y fluido.
6.Cuanto m�s se cuece el mercurio vulgar, m�s sutil y vol�til se hace, pero con el nuestro ocurre lo contrario, pues cuanto m�s se lo cuece, m�s espeso y menos fluido se torna."

Por todos estos detalles dignos de atenci�n, �ste Fil�sofo nos hace ver hasta que punto un mercurio difiere del otro. Pero ahora, pasemos a otra cosa.

Despu�s de haberte demostrado que los Artistas que toman el mercurio vulgar como si fuera Mercurio com�n aun no est�n instru�dos en el secreto de �ste Arte Cabal�stico, error �ste que los hace vagar tan lejos de la verdadera v�a que no pueden alcanzar el fin que se proponen, te ense�ar� otra cosa, no menos importante para la preparaci�n de nuestra Piedra que lo ya dicho hasta ahora. He aqu� lo que te voy a descubrir: el lugar donde los Sabios esconden con Arte las llaves que pueden abrir los cerrojos de sus secretos ocultos.

En efecto, has de saber que es totalmente imposible hacer de ti un Maestro de la Obra de los Sabios si no tienes conocimiento de nuestro artificio, mediante el cual nuestro Mercurio puede ser espesado, poco a poco y de un modo natural. Seg�n el decir de los Sabios la plata viva no puede tener ninguna facultad de transmutaci�n si ella misma no ha sido transmutada de naturaleza en naturaleza, y despu�s de haber sido transmutada as�, es cuando puede, despu�s de su disoluci�n, operar una trans- mutaci�n. Y cuando se la habr� coagulado, solidificado y congelado, entonces tambi�npodr� coagular, solidificar y congelar.

Si endurecemos nuestro Mercurio fijo ylo congelamos es para conducirlo a un estado tal que sea aptopara endurecer, congelar y espesar al mercurio vulgar, pues la verdadera transmutaci�n de los metales se hace con nuestro Mercurio com�n espesado, congelado y transformado de naturaleza en naturaleza. Y digo que si nuestro Mercurio es endurecido y transmutado por los Sabios es para que adquiera a su vez la virtud de endurecer y transmutar. Cuando haya sido cocido, unido y digerido por la cocci�n con Azufre o semillas met�licas, por espacio de una hora, haremos la transmutaci�n, pero si previamente no lo hemos congelado, solidificado y transmutado, no podremos, en absoluto, hacer ninguna transmutaci�n.

Aprende, hijo m�o, que la parte principal del gran secreto de nuestro Arte es �sta: saber hacer consistente nuestro Mercurio, pues en ese estado es, ciertamente, la Llave que abre y cierra las puertas de la Piedra. Es absolutamente cierto que �ste Azufre de los Sabios es el alma, la forma y la semilla met�lica de nuestra Piedra. No es menos cierto que nuestro Mercurio com�n es el cuerpo, la materia y latierra. El Azufre es la hembra e impregnarla de su macho es una cosa f�cil de realizar.

El Azufre met�lico es una cierta grasa de la Tierra de los Sabios, pero cuando el Mercurio com�n sea juntado y unido f�sicamente al Azufre entonces ser� la Grasa de la Tierra de los Sabios. Entonces la Tierra de los Sabios est� adobada y engrasada, presta y dispuesta a traer fruto, es decir,posee potencia y virtud para transmutar.

Es muy cierto que nuestro Mercurio s�lo no puede hacer nada por si mismo sin la cooperaci�n de la cosa que le conviene, es decir, si no es unido al Azufre met�lico, entonces,efectivamente, sus virtu- des y propiedades son exaltadas y multiplicadas al m�ximo pues, por el Azufre met�lico, nuestro Mercurio es conducido hasta el m�s alto grado de calor;adem�s, el Azufre lo especifica y le comunica vigor y virtud generativa esperm�tica, cosas que el Mercurio no posee por su propia naturaleza sino que las toma prestadas de la semilla met�lica. Antes te he dicho claramente que nuestro Mercurio est� absolutamente sometido al Azufre elemental de las luminarias superiores, de las que depende. Est� desprovisto de toda forma propia determinada. Se reviste de la forma de cualquier metal cuando es unido, de una manera permanente y natural, con el esp�ritu elemental del Azufre met�lico, como si se tratara de una mujer con su macho.

Por medio de esta uni�n y amable abrazo deesp�ritus, nuestro Mercurio de los Sabios concibe de la forma met�lica del Sol y de la Luna y es impregnado de ella, del mismo modo que la cera recibe la impresi�n del sello. Cuando la naturaleza de nuestro Mercurio congelado y espesado haya sido transmutada en forma de Sol y de Luna, entonces transformar� a cualquier otro Mercurio y lo tornar� semejante a su naturaleza. Pero la pr�ctica que consiste en preparar el Mercurio de los Sabios y la manera de congelarlo y espesarlo, se relata al final de �ste libro.

CAPITULO VI

De la composici�n de la Piedra Filos�fica, es decir, que se hace de las puras semillas de los metales, y de la manera de extraer y adquirir f�sicamente �stas semillas preciosas.

Quiero que sepas, hijo m�o, que �ste es uno de los secretos m�s grandes de nuestro Arte, que consiste en ser instruido por la Ciencia de la verdadera Pr�ctica del Oro vivo o del Azufre met�lico. Indefectiblemente es cierto que la m�s grande de estas ciencias consiste en tener un pleno conocimiento de nuestra Tierra virgen, pero tambi�n es admirableel conocimiento de nuestra Agua de vida celeste y vivificante. El ingenioso medio de prepararla tambi�n es, en este asunto, necesario, pues sus efectos y operaciones supranaturales son admirables y extraordinarios.

Aunque las virtudes y cualidades de nuestra Agua de vida celeste y el rar�simo valor de nuestro Mercurio, que es nuestra Tierra virgen, surgen de una elevada investigaci�n, el Azufre met�lico de los Fil�sofos no es menos excelente, no est� menos oculto, ni es menos eficaz, en verdad.

En efecto, si los jardineros buscan y aprecian mucho al rosal es a causa de las flores que nos da a su debido tiempo; por la misma raz�n si los Sabios otorgan un gran valor a su Tierra virgen �nicamente es por sus floresy por el fruto de Oro vivo que d� cuando llega el momento adecuado; y del mismo modo que la tierra ser�a in�til para el cultivador si no estuviera provista de una buena semilla, igualmente nuestro Mercurio celeste, que es la Tierra virginal de los Sabios, no servir�a para nada si no tuvi�ramos el Oro que ha de ser sembrado en ella.

Tambi�n aqu� se puede hacer la siguiente comparaci�n: el Azufre de los Fil�sofos se esconde en la Tierra virgen de los Sabios como las piedras preciosas dentro de las piedras en bruto; nuestra Agua viva y seca puede ser comparada al tallador de piedras que las rompe a fin de hacer visible la gema preciosa de la Sabidur�a.

Para mostrar bien lo que ocurre con estas dos cosas, se podr�a decir, con raz�n, que en la Obra f�sica de los Sabios, nuestra Tierra virgen y nuestra Agua seca son los dos instrumentos y los dos artesanos absolutamente necesarios para la prepara- ci�n de nuestra bendita Piedra. Sin embargo, no hay duda de que el conocimiento de nuestro Azufre met�lico es mucho m�s dif�cil de conseguir. Por eso la ingeniosa y f�sica extracci�n de nuestra Agua viva es el gran secreto de los secretos de los Sabios y aunque la realice el m�s dif�cil Arte, es absolutamente necesario saberla, porque sin el Azufre de los Sabios, ciertamente, nada podr�a alcanzar la perfecci�n en �sta Obra.

Este Azufre met�lico de los Sabios es la primera materia de los metales y el Oro vivo de los Hijos de la Sabidur�a. Es la verdadera Materia a partir de la que ha de nacer el �rbol solar, es la muy noble Llave que abre y cierra las puertas de nuestra Piedra, tambi�n es la forma y alma de la simiente met�lica del Sol y la Luna y cuando los Sabios han recogido esta simiente la llaman, habitualmente, su Materia, aquella que han escondido en sus escritos y recubierto con multitud de nombres distintos, cosa que te reco- miendo tu tambi�n hagasa fin de no manifestarla claramente, como te mostrar� al final de este capitulo.

Para instruirte claramente sobre lo que es el Azufre de los Sabios, que es verdaderamente nuestro Oro vivo y la simiente met�lica, te indicar� en pocas palabras como se hace, en las entra�as de la tierra, la generaci�n y procreaci�n del Oro; por esta v�a obtendr�s el conocimiento del primer principio de la composici�n del Oro. Asi aumentar� tu luz sobre los primeros principios, a fin de que conozcas las verdaderas ra�ces o simientes met�licas del Oro, tras lo cual, seguramente, cuando te haya ense�ado a extraer �stas semillas met�licas, ya podr�s preparar la Piedra de los Fil�sofos.

Tu ya sabes que todo lo que proviene de la tierra crece y se produce en una tierra f�rtil poroperaci�n de la humedad y del calor natural. Tambi�n los metalesse forman de �sta manera y se producen por el Mercurio fecundo, su primera materia, que, asistido por la sequedad y una humedad de creci- miento, es decir, compuesto y unido con la Sal y el Azufre puros, se torna Oro y aumenta el oro porvirtud de la Naturaleza. Por eso el Mercurio de los Sabios es llamado Tierra f�rtil y suculenta.

En lo que hace referencia a la sustancia s�lida y corporal de los metales, es obtenida por la composici�n y uni�n de los tres principios f�sicos que la constituyen. El Azufre regenta los cuerpos, el Mercurio el car�cter espec�fico y la Sal es el v�nculo o la congelaci�n. El Azufre que entra en la procreaci�n del Oro ha de ser purificado de sus heces e impurezas, que adquiere de su propia naturaleza, de tal modo que sea imposible encontrar un cuerpo met�lico mas puro: �ste es el verdadero Azufre de los Sabios si puede ser obtenido en tal grado de simple y perfecta pureza. El Mercurio definitivamente preparado y purgado de todo accidente terrestre, ser� transmutado entonces en cuerpo mercurial, que es el Mercurio de los Sabios, generador del Oro. En cuanto a la Sal de oro, no es sino agua met�lica vitri�lica, totalmente cristalina y purificada de toda acuosidad cruda, aluminosa y vitri�lica.

Con esto puedes ver cuales son los principios verdaderos o primera materia con los que se engendra el oro en las entra�as de la tierra; persu�dete pues que a partir de estas ra�ces met�licas se forma un reto�o del que crece el oro, en forma de mina de oro. Si abres los ojos de tu esp�ritu, ver�s claramente que te he presentado, con toda claridad, la luz que te permitir� sembrar y plantar f�sicamente el �rbol solar de los Sabios. Y si es verdad aquel dicho de los Fil�sofos de que el oro hace oro, como el hombre engendra otro hombre, a partir de este fundamento yo te dar� el Conocimiento del secreto oculto de los Hijos de la Sabidur�a, te mostrar� que el buen Fil�sofo, con �stos mismos principios: Azufre, Sal y Mercurio, de los que est� compuesto el oro, de esa misma materia, de esas puras sustancias, puede extraer, te lo aseguro, la semilla met�lica del Oro, de la que extrae y prepara la Piedra de la Sabidur�a.Pretendo, en suma, y para concluir, que aqu� se encuentra uno de los principales secretos de nuestro Arte: el agua y su primera materia pueden ser reducidos por nuestra Agua de vida viscosa y celeste. Sus partes esenciales, la Sal, el Azufre y el Mercurio, pueden ser producidos separadamente en un cuerpo visible y tangible. En fin, por esta v�a, la primera Materia de los Sabios ser� reducida a la ultima, y �sta ultima en primera materia. Por cierto, quien no comprenda esta oculta operaci�n filos�ficatampoco puede hacer una buena preparaci�n. En otras palabras, aquel que no puede separar la sustancia de nuestros mercurios f�sicos por el Arte Espag�rico y verdadero de nuestra Filosof�a, y a continuaci�n reunir y recomponer �sta misma materia con peso y medida, sin ninguna impureza, aun no ha encontradoel secreto de nuestro Arte. Por tanto, no has de hacer ning�n esfuerzo para hacer la Piedra de los Sabios.

Entonces, cuando, por un trabajo sin compli- caci�n, habr�s extra�do y separado nuestro Azufre de nuestra Tierra Ad�mica preciosa y cuando lo habr�s unido de nuevo tal como ya he dicho, seg�n el peso requerido y sin ninguna impureza, entonces ten por seguro que eres poseedor de la verdadera simiente met�lica y del Oro vivo de los Sabios, por ese medio �nico con el que se prepara la Piedra de la Sabidur�a.

Cuando este Oro vivo se proyecta sobre un campo f�rtil y conveniente para recibir esa materia, es decir, en el Mercurio de los Sabios, para all� ser cocido, digerido y conducido a la perfecci�n mediante nuestro Fuego celeste ol�mpico vivificante, entonces se hace el Elixir o Azufre de los Sabios muy puro, con el que los Hijos de la Sabidur�a, por Arte filos�fico y bajo el cuidado de la simple Naturaleza, preparan su gran Medicina universal, que cura todos los cuerpos enfermos, purga los que est�n envene- nados y fija los vol�tiles.

Como conclusi�n de �ste cap�tulo, hijo m�o, una vez m�s te inculcar� que el Azufre solar extra�do por nosotros de nuestra Tierra Ad�mica por el procedimiento filos�fico, es la m�s excelente de todas las llaves para abrir y cerrar las puertas de nuestra Piedra; es la simiente met�lica desconocida, y sin esta semilla admirable, nuestra Tierra preciosa no puede dar nada a luz.

Dado que el hombre engendra al hombre, pues toda forma produce su forma por su germen o semilla, entonces te es absolutamente necesario poseer las verdaderas ra�ces del Oro si quieres sembrar y plantar el �rbol de los Sabios, pero si est�s desprovisto de ellas no podr�s hacer nada que sea digno de elogio, ni sembrar, ni plantar el �rbol de los Sabios, ni llevarlo a que de fruto. La semilla ha de ser prol�fica, porque ha de producir, por su virtud, cosas de su misma naturaleza. Has de estar bien seguro de esto:en el Oro es donde has de hacer tu recolecci�n, si has sembrado una semilla solar en nuestra Tierra virginal, o en la plata si has sembrado una semilla lunar.

Puedo certificarte, por experiencia propia, que nuestro Azufre filos�fico est� compuesto de estas dos sustancias: nuestro Mercurio precioso y las simientes met�licas solares. Entonces, su virtud aumenta, se fortifica y se exalta hasta tal punto que se multiplica mil veces m�s que cuando estaba absorbido, envuelto y encerrado en la mezcla de una masa confusa.

Has de saber que no puedes llegar en absoluto a �sta Obra universal y admirable de la Piedra de los Sabios si no eres poseedor de la verdadera Pr�ctica que consiste en extraer las semillas verdaderas y puras sustancias seminales del oro y la plata. Esta extracci�n no se puede hacer m�s que a trav�s del secreto muy oculto de nuestro Mercurio filos�fico. Te ense�ar� pronto esta manipulaci�n al final de �ste peque�o tratado.

CAPITULO VII

De la calcinaci�n natural.

La calcinaci�n f�sica o combusti�n espiritual y f�sica de la materia es, hasta tal punto esencial e inevitablemente necesaria a la Obra de los Sabios, que sin ella ser�a imposible llegar a la composici�n de la Piedra filos�fica. En efecto, a trav�s de ella extraemos la Sal de la naturaleza, el Azufre y el Mercurio. Pero esta calcinaci�n f�sica solo es conocida por los Hijos de la Sabidur�a, pues se regula con mucha inteligencia y a trav�s de un gran Arte, por m�s que sea f�cil para aquellos a quienes fue mostrada y la saben. Pero es un secreto muy oculto para quienes no tienen su conocimiento, y les ser�a tan dif�cil el descubrirla por sus propias especulaciones como el hecho de bajarla Luna del firmamento y ponerla entierra.

Dos razones hay para nuestra calcinaci�n: primero, disolver las partes combustibles y corrom- pedoras de los Azufres grasos, separ�ndolas de los esp�ritus fijos que han de ser calcinados, pues las partes combustibles, por su continuidad, resisten al fuego en tanto no hayan sido f�sicamente calcinadas. Adem�s, calcinamos para desecar de su flema la humedad vol�til acuosa coagulada, unida en la ra�z con la parte fija, a fin de poder reducir f�sicamente a Sal o a Cal de naturaleza nuestra preciosa Materia.

Si calcinamos nuestra materia y la reducimos a Sal o Cal de naturaleza, disolviendo los esp�ritus o Azufres vol�tiles y fijos, solamente es porque nuestra intenci�n consiste en desecar f�sicamente nuestra materia para introducir en ella la porosidad u obertura de la Sal o Cal f�sica, pues si nuestra materia no fuera porosa, ni estuviera abierta, no podr�a atraer hacia ella su propio alimento, con lo cual su alimento multiplicativo no tendr�a posibilidad de ingreso; observa lo que te digo: es importante desecar f�sicamente nuestra materia f�sica porque al principio de nuestra Obra la sequedad ha de sobrepasar a la humedad y al ser nuestra materia de cualidad y sustancia de tierra, habr� de transformarse, poco a poco en naturaleza terrestre. Ha de ser regida de tal modo que la porosidad de la tierra fija no sea devastada y echada a perder con grandes y numerosas imbibiciones. Has de saber que si nuestra materia no fuera f�sicamente calcinada, y si las partes calcinadas de nuestra tierra fijada permanecieran continuamente en nuestro Mercurio, nuestro Mercurio jamas podr�a convertirse en ceniza, porque la cualidad seca de la tierra que ha de sobrepasar a la humedad ser�a, ella misma, h�meda y por esa raz�n el h�medo radical no podr�a convertirse en Cal f�sica; se congelar�a en cuerpo imperfecto, la sulfureidad vol�til extra�a a �l jamas podr�a separarse y permanecer�a siempre en el vientre de nuestro Mercurio, resistiendo al fuego de tal modo que �ste jam�s tendr�a la fuerza necesaria para consumirla y elevarla.

Por eso te exhorto a conservar la porosidad en la calcinaci�n. Si la materia no fuera porosa, tu obra ser�a in�til, pues su Leche virginal no tendr�a ingreso en ella para comunicarle su alimento multiplicativo natural.

As�, para instruirte bien y comunicarte �ste gran secreto del Arte, no te ocultar� que puedes impedir la perdida de la porosidad separando f�sicamente la humedad acuosa de la sulfureidad corruptiva; y no podr�s separar mejor esta humedad acuosa y �stas sulfureidades vol�tiles de los esp�ritus fijos y corporales mas que por la calcinaci�n f�sica. �nicamente a trav�s de ella nuestra preciosa Materia puede ser convertida f�sicamente en cenizas con las que se prepara la verdadera Cal o Sal de naturaleza de humedad nutritiva de los Sabios.

LaSal de naturaleza o Cal natural se compara al coraz�n, porque atrae hacia si la parte mas pura y mejor de la ra�z de la alimentaci�n animal, pues nuestra cal f�sica, del mismo modo, atrae amorosa- mente y transforma en cenizas de su naturaleza toda la Leche virginal que se le presenta para imbibirla y nutrirla. Ciertamente, a decir verdad, es un gran secreto de este Arte el tener la ciencia de la practica f�sica de nuestra calcinaci�n reteniendo al mismo tiempo la porosidad.

Cr�eme, hijo m�o, �sta doctrina de la calcina- ci�n es una de aquellas en las que, com�nmente, se pierden los ignorantes, porque los sabios la han ocultado siempre, y si algo han dicho de ella, han mencionado otro objeto o cuerpo diferente de la materia f�sica para desviar de la recta v�a a aquellos que no son verdaderamente, Hijos del Arte, de modo que es bastante dif�cil a aquel que no ha sido iluminado desde lo alto el tener la verdadera luz y el sentido de sus palabras, o para aquel otro que no ha recibido esta Revelaci�n de un amigo llevado del instinto de la caridad. Por eso, convierte a tu modo la practica de mi experiencia; apr�ndela de lo que te voy a declarar sobre �ste punto de la calcinaci�n f�sica compar�ndola a la calcinaci�n qu�mica vulgar. No ignores que los qu�micos que se dedican a trabajar los metales duros y los cuerpos minerales, cuando los quieren calcinar, los introducen en el fuego y en aguas fuertes con objeto de vencer la dureza de sus cuerpos met�licos. Presumen que su err�nea calcinaci�n tendr� como efecto el hacer m�s sutil su materia y que, por lo tanto, la podr�n disolver m�s f�cilmente, y se imaginan que los Fil�sofos han instituido su calcinaci�n para tener m�s f�cil la soluci�n. Pero he aqu�: despu�s de tantos trabajos, no hacen sino una obra vana. Su materia, en efecto, es m�s dif�cil de disolver que dif�cil ser�a hacer la calcinaci�n. Por tanto digo que esta soluci�n qu�mica no es en ning�n modo comparable a la filos�fica. En efecto, la calcinaci�n qu�mica vulgar, se hace muy trabajosa- mente, con grandes fuegos o aguas fuertes que destruyen la porosidad; por el contrario, la nuestra se hace sin gran fuerza de llama, muy f�cilmente, con un peque�o fuego lento, tan natural que calcinar� f�sicamente nuestra materia sin modificarla ni destruir la virtud de las semillas, y adem�s conservar� la porosidad. Si nuestra materia, que es simiente met�lica, esp�ritu generativo o primera materia de todas las cosas f�sicas, estuviera en el fuego vulgar de los qu�micos, nuestras flores, que f�cilmente pueden ser transformadas o alteradas, quedar�an totalmente destruidas. Tampoco el cuerpo de nuestra preciosa Materia podr�a soportar la fuerza de su fuego, sino que en muy poco tiempo quedar�a consumido y corrompido en su naturaleza intr�nseca, hasta tal punto que despu�s de la alteraci�n y destrucci�n de su semilla virginal, la materia quedar�a completamente est�ril.

Como conclusi�n de este capitulo aprende esto, hijo m�o:el secreto oculto de la calcinaci�n no es otro que el de matar el Agua viva o Esp�ritu del Mundo y convertirlo en Sal de naturaleza, de tal modo que nada de nuestra preciosa Materia perezca o sea corrompido, sino que la porosidad que ten�a antes de la calcinaci�n filos�fica, se conserve.

CAPITULO VIII

De la Cal f�sica, como ha de ser lavada y blanqueada, es decir, de que modo nuestra Agua ha de ser asperjada, imbibida y alimentada con el Agua perpetua de los Fil�sofos.

Hijo m�o, despu�s de mostrarte porque los Sabios someten su materia a la calcinaci�n, vengo ahora a a�adir otro t�rmino que es opuesto a la calcinaci�n: la inhumaci�n, que se realiza por imbibici�n, que reblandece y humecta la sequedad de nuestra calcinaci�n. Lo que es corporal, lo hace espiritual, lo que es fijo, vol�til y lo que es denso, ligero. En suma, la calcinaci�n y la imbibici�n de los Sabios son las dos cosas que realizan nuestra Obra; una mata al cuerpo vivo, la otra vivifica el cuerpo muerto y le da una nueva vida, siempre y cuando la imbibici�n se haya hecho con nuestra Agua viva y seca de fuego acuoso o de agua �gnea, art�sticamente, seg�n la medida y proporci�n necesaria que conviene al principio activo de la Naturaleza.

Quiero decir que estas imbibiciones han de hacerse con un calor peque�o, proporcionado al efecto de la operaci�n de la Naturaleza, y un fr�o moderado, de modo que el calor ha de ser reducido por el fr�o y el fr�o por el calor. Hay que saber que el Arte m�stico que se ejerce entre lo c�lido y lo fr�o ha de ser el mismo que aquel que da alma y vida al cuerpo. Te recomiendo que te acuerdes de que si nosotros queremos asumir la cima de la perfecci�n de nuestro Arte, todo el secreto del Arte consiste en la medida y proporci�n de una suave imbibici�n, repetida a menudo para dar Roc�o. Cr�eme, toda la diligencia y la intenci�n de los Antiguos ha idodirigida sobretodo hacia esa meta �nica de ejecutar, como se debe, la imbibici�n y la desecaci�n. Por eso los Sabios calcinan su tierra, aquella donde quieren sembrar su semilla, a fin de recalentarla y alterarla hasta el punto de que desee beber y se impregne con abundancia de la humedad suculenta y natural extra�da de nuestra Agua viva, que es su madre, su hermana y su nodriza. Despues de que la tierra, du- rante la calcinaci�n f�sica, haya perdido su humedad, haremos que, por medio de las imbibiciones de los Sabios, reciba otra humedad grasa mas conveniente a su naturaleza. Quiero decir que si nuestra Cal f�sica se torna extremadamente seca y liberada de toda humedad extra�a y superflua, estar� de �ste modo sedienta m�s all� de toda medida. Por eso bebe muy �vidamente, para reconfortarse de nuevo de aquella que ha perdido.

Hijo m�o, cuando las partes que componen el h�medo radical del hombre se desecan poco a poco y de forma continuada, cierto es que se aproxima la muerte, porque en �l ya no se encuentra ninguna humedad vivificante en la que se muestre su calor natural. Podr�a decir que nuestra preciosa Materia est� en las mismas condiciones cuando est� calcinada. Cuando haya sido irrigada muchas veces, dividida en partes muy peque�as y muy a menudo imbibida y mezclada por la cocci�n, -pero con una cocci�n lenta en la que se resuelva la humedad acuosa y se deseque y espese su h�medo radical-, entonces el calor natural aumentar� y el fuego crecer�, multiplic�ndose.

Al hacerte ver estas cosas quiero darte a entender que la obra denutrici�n que administramos a la materia, se hace a imitaci�n de la Naturaleza, pues la nutrici�n que le damos con la reiterada irrigaci�n no es otra cosa que un movimiento que procede del calor natural.

Los Sabios dicen que toda cosa est� compuesta de muchas partes diversas y cont�nuas, que se alimentan m�tuamente y se extienden sin cesar unas en las otras, yendo siempre al un�sonosu aparici�n y su perdida. La nutrici�n siempre es la causante de la aparici�n y restauraci�n de una cosa cualquiera, hasta que llega a su termino o fin. Puedes ver claramente que dentro de las partes que tienden a la alimentaci�n, toda nutrici�n se hace por evacuaci�n y retenci�n,por medio de la semejanza natural que tienen estas partes con el objeto que nutren; en cuanto a la deyecci�n o evacuaci�n, se refiere a las partes que naturalmente son contrarias y deseme- jantes a la uni�n. De ah� que toda alimentaci�n conlleve necesariamente heces, aunque no por ellolas partes denutrici�nnutrir�n menos .

Con esto he querido ense�arte, hijo m�o, que la sustancia mercurial de nuestra Tierra f�sica no es irrigada, lavada, nutrida y aumentada sino por esas cosas que le son semejantes rechazando todo lo que es contrario a su naturaleza, por eso, aquellos que preguntaron a los Sabios con que hab�an de alimentar a su Piedra y a su Ni�o reci�n nacido, encontraron, a modo de respuesta en sus escritos, que hab�an de nutrir a su Piedra con la Sal de la Naturaleza, con viento cocido y agua com�n, por medio de frecuentes imbibiciones filos�ficas.

En suma, y esto es digno de menci�n, la imbibici�n o desecaci�n demasiado fuertes o insuficientes son cosas contrarias a la Obra filos�fica. Obs�rvese que la sobreabundancia es contraria a la perfecci�n, sea irrigando, sea desecando. La sobrie- dad, que es lo contrario de la sobreabundancia es la v�a de la verdadera Medicina de la Naturaleza;incluso una sobriedad excesiva es siempre loable, ya sea en lo concerniente a la irrigaci�n o a la desecaci�n. Acu�rdate pues de que una peque�a imbibici�n requiere una d�bil desecaci�n y una d�bil desecaci�n, una peque�a imbibici�n.

Si supieras el medio de desecar y debilitar hasta el extremo nuestra materia con un fuego muy fuerte, entonces necesitar�as reconfortarla con una irrigaci�n proporcionada, y podr�as dar de este modo una nutrici�n mas eficaz y mas poderosa. Pero si le dieras m�s de lo que puede digerir, nuestra Obra se destruir�a.

Tu ya sabes que nosotros no bebemos sin comer y que si comemos tambi�n tenemos que beber. Ten cuidado, pues,de no abrevar m�s de lo necesario pues si le hicieras ingerir bebida en abundancia, destruir�as la Obra y aun teniendo la intenci�n de irrigar nuestra tierra, la devastar�as. Sabe pues que las abluciones e imbibiciones de los Sabios han de hacerse poco a poco, con precauci�n y con el mayor Arte. Esta acci�n es el espejo y la principal parte en intenci�n de la Obra f�sica de los Sabios, pero no por ello se ha de creerque el agua empleada por los Sabios para lavar y blanquear nuestra materia sea el agua vulgar.

Has de considerar tambi�n que nuestra Tierra virginal, las simientes met�licas y el Azufre de Naturaleza, est�n como muertos despu�s de la calcinaci�n y que no tendr�n ninguna virtud nividaalguna hasta que no hayan resucitado. En verdad, no pueden resucitar efectivamente sin haber sido lavados con frecuencia en las llamas de nuestra Agua de vida celeste, es decir, de nuestro Fuego celeste, que es el padre vivificante y generador de todas las cosas del mundo entero. Solo entonces, cuando habr�s lavado f�sicamente, a menudo, nuestra preciosa Materia en los rayos vivificantes de nuestro fuego acuoso y de nuestra agua �gnea, podr�s decir con certeza que el cuerpo muerto ha resucitado, se ha regenerado y se ha convertido en cuerpo glorificado por la uni�n a ese esp�ritu. Entonces, despu�s de haber sido impreg- nados con las influencias vivificantes del Sol, el Azufre esencial, la Sal y la Tierra virgen estar�n filos�ficamente sublimados y exaltados. Esto quiere decir: despu�s de que la Tierra virgen de los Fil�sofos haya subido al cielo y el cielo haya descendido a la tierra. Entonces, nuestra Tierra de los Sabios, al haber sido impregnada de este modo con las muy puras y salut�feras influencias de los astros, quedar� dotada y engrasada con nuestra Grasa natural. As� estar� bien dispuesta y apta para recibir en su vientre la semilla met�lica del Oro filos�fico. He ah� cuales son, en la Obra filos�fica, las imbibiciones y abluciones ciertas y verdaderas, absolutamente necesarias para la compo- sici�n de nuestra Piedra.

CAPITULO IX

De como la semilla solar y el Mercurio de los Sabios han de ser cocidos f�sicamente en el Fuego vivificante de los Sapientes.

Despu�s de haberte instruido abundantementeen el orden de las operaciones de la plantaci�n del �rbol Solar filos�fico aun he de hablarte de muchas cosas �tiles, como del vaso, del horno, de nuestro Fuego vivificante y nutriente, que tiene el poder de conducir a nuestra Materia preciosa hasta la m�s alta perfecci�n. As�, cuando habr�s terminado tus imbibi- ciones y lociones f�sicas, ver�s que tu materia se ha vuelto blanca y gomosa. Entonces, toma tu materia filos�fica y une las gomas, como dice Mar�a la Profetisa,y enci�rralas en el Huevo filos�fico, que sellar�s herm�ticamente. Pero ten cuidado de no introducir ni mucho ni poco en nuestro vaso. Si nuestro vaso es demasiado grande, nuestro Mercurio f�sico quedar�, ciertamente, en nada, es decir,su humedad f�sica se perder� de tal modo que la materia quedar�,y no lo dudes, infructuosa y est�ril. Pero si tomases un vaso demasiado peque�o, nuestras Flores quedar�an sofocadas y jam�s podr�an conducir sus frutos a la perfecci�n. Por tanto, observa esto: en relaci�n a la materiatres partes del vaso han de estar vac�as y no m�s y en un solo vaso no pondr�s m�s de una o dos onzas.

Cuando hayas puesto tu composici�n f�sica en un vaso de vidrio bien proporcionado a la cantidad de tu materia, lo sellar�s hermeticamente poni�ndolo en tu horno a fin de trabajar con el Fuego de la Sabidur�a. A partir de entonces regir�s tu fuego de manera que el calor externo no sobrepase al interno. Si acaso lo sobrepasara no se podr�a consumar la uni�n, porque el excesivo calor externo devastar�a y quemar�a la materia; y si el fuego vivo externo fuera menor del necesario, el esp�ritu permanecer�a sin movimiento en la materia y sin ninguna acci�n; no podr�a manifestar nada con su h�medo radical, es decir, que no coagular�a, ni desecar�a, ni fijar�a nada. Sabe pues que los esp�ritus de los metales est�n muertos y como inmersos en un sue�o; en tanto no hayan resucitado y hayan sido vivificados por el Fuego vivo y vivificante, no podr�n hacer nada. Que tu cuidado principal, por tanto, consista en disponer bien el Fuego vivo de los Sapientes, y entre las principales partes de la Obra de la Sapiencia, no es �sta la ultima en importancia, habiendo de regirse de manera que no haya excesoni defecto. Si regulas correctamente tu fuego seg�n el grado y la tempera- ratura convenientes, ver�s las materias abrazarse una a otra y calentarse con un m�tuo calor. En poco tiempo, todo se convertir� en agua, no vulgar, sino viscosa.

Pero por encima de todo te aconsejo que conduzcas tu Obra con Sabidur�a. Aunque avances con lentitud tu fuego habr� de ser, sin embargo, siempre suave y conforme al de Naturaleza. Un fuego tal jam�s traer� complicaciones, sino que, por el contrario, ser� la causa queexcite al calor del Azufre en vistas a la manifestaci�n de cosas admirables. Sabe pues, que el secreto m�s elevado de �ste Arte consiste en el fuego. No sin raz�n los Sabios nos han dejado dicho en sus escritos: el Fuego y el Azoth nos bastan para preparar la Piedra.

Aqu� puedo hacerte una observaci�n en relaci�n a tu caso que te impedir� caer en el error de aquellos que pretenden hacerse pasar por verdaderos filosofos, aunque no est�n iluminados para nada en cuanto a los secretos escondidos de nuestra C�bala. Aprende pues que cuando los Fil�sofos, expresa- mente, nos hacen saber que hemos de regular bien nuestro fuego no tienen la intenci�n de aconsejar el fuego vulgar. Si saben bien que puede regularse por medio de grados diferentes, tampoco ignorar�n que, siendo por naturaleza activo, caliente y seco, jam�s podr� producir los efectos que buscan. Cierto es que su intenci�n no es otra que la de recomendarnosun fuego cuya condici�n y virtud oculta difieren mucho del fuego vulgar. Quieren indicar a quienes tienen el don de la Ciencia y de la Inteligencia que el fuego recomendado ha de estar compuesto de una materia tal que el calor, la sequedad y la humedad concurran en �l, todos a la vez, de modo que sin ninguna interrupci�n pueda obrar la putrefacci�n, la circula- ci�n, la conjunci�n de las materias y la cocci�n perfecta.

Aunque nuestro Azufre y nuestro Mercurio hayan sido regenerados y resucitados por la impregnaci�n del Esp�ritu de vida, aun no est�n, sin embargo, exaltados en virtud; �nicamente se ha unido y asociado a ellos de manera constante y con un lazo indisoluble, el esp�ritu celeste. Por medio de esta uni�n perfecta y muy necesaria de nuestra preciosa Materia �stos cuerpos adquieren el suficiente poder para manifestar los efectos admirables que producen. Pero �sta uni�n no puede producir efecto mientras nuestro Mercurio celeste no est� fijado y congelado con el Azufre filos�fico o simientes met�licas, y �sta fijaci�n ha de hacerse por cocci�n en un fuego nutritivo y vivificante, como es el Fuego de los Sapientes.

En suma, despu�s de haberte demostrado que los Fil�sofos no se queman los dedos preparando su Piedra, y que utilizan otro fuego que no es el vulgar, voy a demostrarte por comparaci�n, la diferencia que hay entre uno y otro:

1. primeramente, el fuego de los qu�micos es vulgar y conocido por todos, mientras el nuestro est� hecho seg�n el Arte y es dif�cil de encontrar.
2. Su fuego es elemental, pero el nuestro es natural, a la vez, vivificante y celeste.
3. Su fuego es activo, caliente, seco, pues lo preparan con madera, aceite o carb�n. El nuestro, por el contrario, es caliente, seco y h�medo y m�s espiritual que material.
4. Su fuego no hace nada sin ser animado por el aire, m�s el nuestro no hace ninguna operaci�n sin estar encerrado; adem�s, ha de estar encerrado en un vaso tal que no pueda recibir la m�s m�nima acci�n del aire.
5. El fuego de los qu�micos no puede ser lo bastante bien regulado, se extingue y desaparece cuando falta la materia combustible, mientras el nuestro ejerce perpetuamente su operaci�n, sin fin; se sustenta, efectivamente, por si mismo sin poner la mano en �l, e irradia y circula nuestra Materia por medio del vapor espiritual.
6. El fuego de los qu�micos es activo, operativo, caliente y seco. Su primera cualidad es consumir y destruir todas aquellas cosas sobre las que act�a. La verdad se demuestra claramente del siguiente modo: el m�s suave de sus fuegos, el Ba�o de Mar�a, en el que pueden cocerse huevos, destruye los g�rmenes de todas las cosas; sus dem�s fuegos, mucho mas fuertes, lo hacen m�s r�pida y seguramente. Pero nuestro Fuego calienta poco a poco y suavemente nuestra preciosa Materia, la cuece con una irradiaci�n continuada, la conserva, la congela, la humecta, la nutre y la aumenta en virtud. En suma, el Fuego filos�fico es absolutamente diferente del de los qu�micos.
7. El fuego de los qu�micos es violento y corrosivo, pero el nuestro es suave, benigno, natural, contenido, dorado, vaporoso, circulante, envuelve la materia, cont�nuo, templado y tan vivificante y nutritivo como celeste. Y lo m�s admirable que hay en el Fuego filos�fico es que es absolutamente semejante a la materia de su Piedra, extra�do de la muy pura sustancia de sus entra�as seg�n el Arte de un raro secreto. Este Fuego es el verdadero Ba�o de Mar�a de los Fil�sofos. El secreto de su preparaci�n est� tan oculto como la misma materia de la Piedra filos�fica, porque la Ciencia de uno comprende el conocimiento del otro.

CAPITULO X

Exhortaci�n sobre la excelencia de �sta Obra e inspiraci�n de su verdadero uso.

Despu�s de haber tomado durante mucho tiempo en mi fuero interno la decisi�n de dejarte por escrito lo que ya te hab�a ense�ado en palabras, voy a realizar ahora mi proyecto, a fin de satisfacer mi deseo en el tiempo de mi senectud. Si me remito a �ste escrito, ciertamente no es para ense�arte algo nuevo, pues Dios ya te ha llenado de su Gracia singular, manifest�ndote a trav�s m�o los m�s elevados conocimientos que se pueden encontrar en la Naturaleza, sino por el deseo de dejarte una prenda de mi afecto paternal, para proponerte mis propias meditaciones en la descripci�n de �ste Arte,para mostrarte en qu� estado espiritual has de recibirlas y con que coraz�n has de poseerlas. Claramente veo que, a este respecto, tu no posees las mismas opiniones que yo, pero estimo sin embargo, al considerar las excelencias de �sta materia, que mis palabras no ser�n in�tiles, antes bien, te ser�n una confirmaci�n para empezar bien la Obra. Dejando el mundo de los vivos, para mi alma ser� un consuelo el haber confiado tan gran Don de Dios a un hombre piadoso y bien instruido de su deber. Si fuera de otro modo, se har�a abuso de tan gran Don divino y entiendo que por �ste Don, los bienes de la riqueza y de la salud podr�an ser usurpados por hombres imp�os, indignos de vivir. En efecto, esto ser�a ofender a la divina Providencia, que a unos da una vida breve y a otros una larga vida, a unos la pobreza y a otros la riqueza, cosas que se hacen para aumentar la gloria de Dios y para salvaci�n de las almas. Por tanto, ten cuidado de no ser causa de condenaci�n para aquel a quien Dios quiere salvar de la pobreza; ten cuidado, digo, de no hacer durar la vida de aquel que la usar� para ofender a Dios y que ir� a la perdici�n si se le prolonga. Actuar de otro modo ser�a contrario a la divina voluntad y habr�a que dar cuenta de muchas almas.

Hijo m�o, sopesa esto en tu alma: el misterio de la Medicina Universal que yo te ense�o es como un esqueje del �rbol de la Vida y una Gracia singular de la divinidad; las cosas no pueden ser de otro modo, porque la gran bondad de Dios dispensa este Don a quien no se considera a si mismo con relaci�n a su propio bienestar, sino para utilidad y uso de los dem�s, como sucede con el Don de lenguas. Est� claro pues, que no te est� del todo permitido el revelar �ste misterio abiertamente, pues esta revela- ci�n ha de estar reservada a Dios, que es el �nico escrutador de los corazones, a menos que la bondad divina te manifieste el coraz�n de un hombre para incitarte a que le hagas esta Revelaci�n. Tampoco ser�a honesto por tu parte el reinvindicar para ti el beneficio de �sta Obra, de usurparlo para satisfacer el deseo y la fantas�a de tu coraz�n; no lo utilizar�s para ti, sino en la medida en que tu estado y tu condici�n lo requieran, como es el caso de aquel que rinde servicio al altar, que ha de vivir del altar. Y del mismo modo que al que posee �ste Don supremo no se le ha comunicado en inter�s de su propio bienestar, tambi�n as� no es por su m�rito que le ha sido dado, porque es un Don concedido por la Gracia de Dios, y por eso �Desgracia a quien lo quiera recibir seg�n la voluntad de Dios y se muestre ingrato hacia la bondad divina !

Considera un poco, hijo m�o, que extraordina- rio y singular Don es el poder prolongar las fuerzas de alguien y conferir la salud .Por eso no has de contentarte con servir a Dioscon obras ordinarias y comunes. A menudo las ciencias ponen la voluntad en movimiento y la voluntad, los actos. Por tanto, si has sido dotado con un singular conocimiento de las cosas, � porqu� tu voluntad y tus acciones u obras no habr�n de ser tambi�n singulares y sobrepasar el curso ordinario de la vida ?

Siempre habr�s de tener fijado en el esp�ritu que cuanto m�s se haya dado a uno, m�s se exigir� de �l; se volver�n a pedir los cinco talentos a quien los haya recibido. Sopesa bien, hijo m�o, estas palabras y cr�eme: prefiero que seas buen Cristiano antes que buen Fil�sofo. M�s caso hago del m�nimo grado de verdadero amor a Dios y al pr�jimo que de las dem�s ciencias divinas y mundanas, pues en el D�a del Juicio no tendremos que rendir ninguna cuenta de las ciencias, sino tan solo de la caridad y de las obras que necesariamente la siguen. Habi�ndote concedido Dios la Ciencia suprema de las cosas naturales, quetu deseo sea ahora el poseer lo m�s importante, esto es, ser un hombre piadoso y virtuoso. �Oh, que espect�culo tan digno de ser contemplado por Santos, �ngeles y hombres, el ver estas dos virtudes en el hombre! Adem�s, has de considerar que el buen Dios, que cre� al hombre a su imagen, tambi�n quer�a que el hombre le fuera semejante en muchas cosas que parecen incompatibles con la totalidad de la majestad divina y la indignidad del hombre. Sabe que de Dios est� escrito esto: Todo el globo terrestre es m�o. Es decir, todos los bienes que contiene la tierra se refieren a �l; y tambi�n de �l ha sido escrito: la muerte y la vida est�n en sus manos, y El es el �nico escrutador de los corazones. Todo esto te obliga no solo a amarlo y servirlo sino tambi�n a no manifestar nuestro Arte con frivolidad.

Has de creer firmemente que Dios, al comunicarte �sta ciencia, te ha hecho de alg�n modo semejante a El, porque El no te ha creado �nicamente a su imagen, sino que ademas ha puesto en ti mas bienes de los que encierra todo el globo terrestre. Por esta Ciencia admirable, en efecto, te ha transmitido el tesoro de la vida humana, adem�s de hacerte Se�or de la vida y de la muerte del hombre; en efecto, es una Ciencia con la que se conserva la salud, el vigor y se comunica la vida. De este modo, el menor elogio que se puede hacer de ti es que eres poco m�s que un Rey. Por tanto, siendo un poco m�s que un Rey �querr�s revestir la naturaleza de un esclavo?�No te sentir�s m�s bien obligado a realizarobras divinas y dirigir todas tus acciones seg�n la voluntad de Dios, que te ha dado una Gracia tan abundante, que por ella te ha constituido como un semidios? Tambi�n te he dicho que Dios es aquel que escruta los corazones y con esto he querido significar que no est� en tu poder el transmitir a quien quieras �ste talento o Don comunicado por Dios, que no ha de ser dado a cualquiera, porque tu no conoces el coraz�n de los hombres; sin embargo quiero exceptuar �sta inspira- ci�n divina que puede dirigir tu intenci�n de tal modo que encuentres tal vez a un hombre bueno de quien hayas conocido el alma en profundidad.

Cr�eme, hijo m�o, lo que te ense�o no carece de importancia. Si, en efecto, te dedicaras a producir buenas y excelentes obras, y a administrar bien los frutos del �rbol de la Vida, �qu� tipo de castigo habr�as de esperar de Dios si por el contrario abusaras del �rbol de la Vida y lo prostituyeres comunic�ndolo a los imp�os ? Si sus frutos pueden conducirlos a la perdici�n �el �rbol mismo no ser�a su ruina ?

En suma, has de ser imitador de Dios, tanto en la distribuci�n de los frutos como en la posesi�n del �rbol, es decir, en el conocimiento de un secreto tal, considerando que Dios posee sus dones no para su uso, sino para el nuestro; y que Dios ha confiado a tus manos el tesoro de la vida humana no para que t� seas el �nico poseedor para tu uso privado y el de tus consangu�neos, sino a fin de que hagas part�cipes a los dem�s hombres probos y a quienes juzgues dignos.

Y si Dios quiere revelar este secreto a los buenos, has de creer que tu est�s en la obligaci�n de hacer lo mismo. Actuando as� dar�s a mis huesos un feliz reposo en el sepulcro, esperando el muy glorioso advenimiento del Hijo de Dios, al que pido con todo mi coraz�n que acumule en ti su Gracia y su Bendici�n, que te conserve en la piedad y que te abrace en su uni�n bienaventurada.

SOLO A DIOS
ALABANZAY GLORIA

FIN