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Alchemical material in SpanishThese translations of various alchemical pieces into Spanish have been donated by Santiago Jubany, who publishes various alchemical and related books under the name Ediciones Indigo.Back to alchemical texts in Spanish . Back to reference library . LA LUZ SURGIENDO POR SI MISMA DE LAS TINIEBLAS Marco Antonio Crasellame POEMA SOBRE LA COMPOSICI�N DE LA PIEDRA DE LOS FIL�SOFOS, QUE HA ESCRITO EL SE�OR MARCO ANTONIO CRASELLAME, FIL�SOFO ITALIANO CANTO PRIMERO I El Caos tenebroso surgi� como una Masa confusa del fondo de la Nada, con el primer sonido de la Palabra todopoderosa; se dijo que el desorden lo hab�a producido y que una cosa semejante no pod�a ser la obra de un Dios, de tan informe que era. Todas las cosas estaban en �l, en un profundo reposo, y los elementos estaban all� confundidos porque el divino Esp�ritu todav�a no las hab�a distinguido. II Y ahora, �Quien podr�a explicar de qu� manera los cielos, la tierra y el mar fueron formados, tan ligeros en s� mismos y sin embargo tan vastos si consideramos su extensi�n? �Quien podr�a explicar c�mo el Sol y la Luna recibieron all� arriba el movimiento y la luz y c�mo, todo lo que vemos aqu� abajo obtuvo la Forma y el Ser? �Quien podr�a, en fin, comprender de qu� modo cada cosa recibi� su propia denominaci�n, de qu� modo fue animada por su propio esp�ritu y de qu� modo, al salir de la Masa impura y desordenada del Caos, fue regulada por una ley, una cantidad y una medida? III �Oh, vosotros, del divino Hermes los hijos e imitadores, a quienes la Ciencia de vuestro padre ha mostrado la Naturaleza al descubierto: �nicamente vosotros y tan s�lo vosotros sab�is de qu� modo esa mano inmortal form� la Tierra y los Cielos a partir de la Masa informe del Caos, pues vuestra Gran Obra muestra claramente que, de la misma manera que se hace vuestro Elixir filos�fico, ha hecho Dios todas las cosas. IV Pero no corresponde a mi feble pluma el trazar tan gran retablo, pues todav�a no soy m�s que un m�sero hijo del Arte, sin ninguna experiencia: no es que vuestros doctos escritos no me hayan hecho percibir el verdadero objeto hacia el que conviene ir, o que yo no conozca bien ese Iliaster que contiene todo lo que nos es necesario al igual que ese admirable compuesto con el que hab�is sabido llevar de la potencia al acto la virtud de los elementos. V No es que yo no sepa bien que vuestro Mercurio secreto no es otra cosa sino un esp�ritu viviente, universal, innato que desciende sin cesar, en forma de a�reo vapor, del Cielo a la Tierra para llenar su vientre poroso, para nacer despu�s entre los azufres impuros y que, al crecer, pasa de la naturaleza vol�til a la fija, d�ndose a s� mismo la forma de h�medo radical. VI No es que yo no sepa bien que si nuestro Vaso oval no est� sellado por el Invierno, jam�s podr� retener el vapor precioso sin el cual nuestro hermoso Hijo morir� ya en su nacimiento, si no es prontamente auxiliado por una mano industriosa y por los ojos de Linceo, pues de otro modo no podr� ser alimentado con su humor primero, a ejemplo del hombre que, despu�s de haber sido alimentado con sangre impura en el vientre maternal, vive de leche cuando ya ha venido al mundo. VII Pero, aunque yo sepa todas estas cosas todav�a no me atrevo a argumentar con vosotros, pues los errores ajenos siempre me dejan en la duda. Pero si vosotros est�is m�s movidos por la piedad que por la envidia, dignaos expulsar de mi esp�ritu todas las dudas que lo embargan y si puedo ser lo bastante afortunado como para explicar con distinci�n en mis escritos todo cuanto concierne a vuestro Magisterio, haced, os conjuro, que de vosotros reciba yo como respuesta: Trabaja audazmente, pues sabes cuanto es necesario saber. CANTO SEGUNDO Que el Mercurio y el Oro del vulgo no son el Oro y el Mercurio de los Fil�sofos y que en el Mercurio de los Fil�sofos est� todo lo que buscan los Sabios. Donde se examina de pasada la pr�ctica de la primera operaci�n que ha de seguir el artista experimentado. ESTROFA I Que los hombres poco versados en la Escuela de Hermes se confundan cuando, con un esp�ritu de avaricia se apeguen al sonido de las palabras. Ordinariamente es sobre la fe en esos nombres vulgares de plata viva y oro que se comprometen al trabajo imaginando que, con oro com�n por medio de un fuego lento, podr�n fijar finalmente esa plata fugitiva. II Pero si pudieran abrir los ojos de su esp�ritu y comprender bien el sentido oculto de los Autores, ver�an claramente que el Oro y la Plata viva del vulgo est�n desprovistos de ese fuego universal, que es el Agente verdadero y que este Agente o esp�ritu abandona los metales tan pronto como �stos est�n en los hornos, expuestos a la violencia de las llamas; de ello que el metal, fuera de la mina, hall�ndose privado de ese esp�ritu, no sea m�s que un cuerpo muerto e inm�vil. III M�s bien es otro Mercurio y otro Oro del que ha querido hablar Hermes; un Mercurio h�medo y c�lido y siempre constante al fuego, un Oro que es todo fuego y todo vida. Una diferencia tal no es capaz de hacer que se distingan con facilidad a aquellos de estos otros del vulgo, que son cuerpos muertos privados de esp�ritu, en tanto los nuestros son esp�ritus corporales siempre vivos. IV �Oh, gran Mercurio de los Fil�sofos! En ti se unen el Oro y la plata despu�s de haber sido llevados de la potencia al acto: Mercurio todo Sol y todo Luna, triple sustancia en una y una sustancia en tres. !Oh, cosa admirable! el Mercurio, el Azufre y la Sal me hacen ver tres Sustancias en una sola Sustancia. V Pero �donde est� ese Mercurio aur�fico que, resolvi�ndose en Sal y en Azufre se torna humedad radical de los metales y su simiente animada? Est� aprisionado en una tan fuerte prisi�n que ni la misma Naturaleza puede extraerlo si el industrioso arte no le facilita los medios. VI Pero �qu� es lo que hace el Arte? Ministro ingenioso de la diligente Naturaleza, purifica con una llama vaporosa los senderos que conducen a la prisi�n. No existe mejor gu�a ni medio mas seguro que el de un calor suave y continuo para ayudar a la Naturaleza y dar ocasi�n para que se rompan aquellos lazos donde nuestro Mercurio est� como agarrotado. VII �Si, si, este es el �nico Mercurio que hab�is de buscar, oh, esp�ritus ind�ciles! porque solamente en �l podr�is encontrar todo lo que es necesario a los Sabios. Es en �l donde se encuentran en potencia pr�xima la Luna y el Sol que, sin (mediar) ni Oro ni Plata del vulgo, cuando sean unidos conjuntamente, se tornar�n verdadera Simiente de la Plata y del Oro. VIII Pero toda simiente es in�til si permanece entera, si no es corrompida si no se torna negra, pues la corrupci�n precede siempre a la generaci�n. As� es como procede la Naturaleza en todas sus operaciones y nosotros, que la queremos imitar, tambi�n deberemos ennegrecer antes de blanquear sin lo cual no producir�amos mas que abortos. CANTO TERCERO Aqu� se aconseja a los alquimistas vulgares e ignorantes el desistir de sus operaciones sof�sticas, porque son opuestas enteramente a las que la verdadera filosof�a nos ense�a para hacer la medicina universal. ESTROFA I �Oh, vosotros! Aquellos que para hacer Oro por medio del Arte est�is sin cesar entre las llamas de vuestros ardientes carbones, que tan pronto congel�is como disolv�is de tantas y tantas maneras vuestras diversas mezclas, disolvi�ndolas a veces por entero, a veces congel�ndolas solamente en parte. De ah� que, como mariposas ahumadas, pas�is los d�as y las noches revoloteando en torno de vuestros hornos. II Dejad, a partir de ahora, de fatigaros en vano, por miedo de que una loca esperanza arrastre todos vuestros pensamientos con el humo. Vuestros trabajos no operan mas que in�tiles sudores que, sobre vuestra frente, peinan esas horas desdichadas que pas�is en vuestros retiros �A que vienen esas llamas violentas si los Sabios no utilizan carbones ardientes ni maderas encendidas para hacer la Obra herm�tica? III Con ese mismo Fuego del que se sirve la naturaleza bajo tierra ha de trabajar el arte y de �ste modo deber� imitar a la naturaleza. Un Fuego que es vaporoso pero no por eso es ligero, un Fuego que nutre y no devora nada, un Fuego natural pero que ha de ser hecho por el arte, seco, pero que hace llover, h�medo pero que deseca. Un agua que apaga, un agua que lava los cuerpos pero que no moja las manos. IV Con ese tal Fuego ha de trabajar el Arte, que quiere imitar a la naturaleza y con el que uno ha de suplir el defecto del otro. La naturaleza comienza, el Arte acaba y solamente el (Arte) purifica lo que la naturaleza no puede purificar. El arte tiene la industria de su parte y la naturaleza la simplicidad, de suerte que si uno no allana el camino el otro se detiene prontamente. V Por tanto, �Para qu� sirven tantas y tantas sustancias diferentes en las cornudas, en los alambiques si la materia, al igual que el Fuego, es �nica? S�, la materia es �nica, est� en todas partes y los pobres la pueden obtener al igual que los ricos. Es desconocida de todo el mundo y todo el mundo la tiene ante los ojos, es despreciada como el lodo por el vulgo ignorante y se vende a precio vil, pero para el filosofo, que conoce su valor, es preciosa. VI Esa materia, tan despreciada por los ignorantes, es la que los doctos buscan con cuidado, porque en ella est� todo lo que puedan desear. En ella se encuentran conjuntados el Sol y la Luna, no los vulgares, no aquellos que est�n muertos. En ella est� contenida el Fuego, del que extraen los metales su vida: es ella la que da el Agua �gnea, que tambi�n da la Tierra Fija y es ella, en fin la que da todo cuanto es necesario a un esp�ritu esclarecido. VII Pero en lugar de juzgar que un solo compuesto pueda bastar al fil�sofo, vosotros os divert�s, quimistas insensatos, en poner muchas materias juntas y donde el fil�sofo cuece, con calor dulce y solar y en un solo vaso, ese s�lo vapor que poco a poco se espesa, vosotros pon�is al fuego mil ingredientes distintos y si Dios ha hecho todas las cosas de la nada vosotros, por el contrario reduc�s todas las cosas a la nada. VIII No es con blandas gomas ni con duros excrementos, no es con sangre ni con esperma humano, no es con uvas verdes, ni con quintaesencias herbales, ni con aguas fuertes, ni sales corrosivas, ni con vitriolo romano, ni mucho menos es con el talco �rido, ni con antimonio impuro, ni con azufre ni con mercurio, ni, en fin, con los metales del vulgo con los que ha de trabajar un h�bil artista en nuestra Gran Obra. IX �De que sirven todas esas diversas mezclas? Pues nuestra Ciencia contiene todo el Magisterio en una sola Ra�z, que ya os he dado a conocer lo suficiente y acaso m�s de lo que deb�a. Esta Ra�z contiene en ella dos Sustancias que no tienen, sin embargo m�s que una sola Esencia y esas Sustancias que primeramente no son mas que Oro y Plata en potencia, se tornan finalmente Oro y Plata en acto, siempre y cuando sepamos igualar bien sus pesos. X Si, esas sustancias se hacen Oro y Plata, actualmente y por la igualdad de sus pesos, el vol�til es fijado en Azufre de Oro. �Oh, Azufre luminoso! �Oh verdadero Oro animado! en ti yo adoro todas las maravillas y todas las virtudes del Sol. Pues tu Azufre es un tesoro y un verdadero fundamento del Arte pues madura en Elixir lo que la misma Naturaleza solamente ha llevado a la perfecci�n del Oro. FINAL |