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Alchemical material in Spanish

These translations of various alchemical pieces into Spanish have been donated by Santiago Jubany, who publishes various alchemical and related books under the name Ediciones Indigo.
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LA PRACTICA
DE RAMON LLULL

La corrupci�n, as� como la depuraci�n [de los elementos] se produce despu�s de la merma, sea de la materia, sea de la esencia corrupta. Quien esto sabe hacer lo sabe tras conocimiento adquirido por una razonable percepci�n.
Por tanto, toma un cuerpo vol�til y �nelo a otro estable, de la bien conocida forma que paso a relatarte: ponlos a temperatura moderada, hasta que el cuerpo estable emerja con la ayuda del vol�til. Antes, pero, debes saber que la emersi�n se produce a veces con anterioridad a la depuraci�n, sin que la parte corrupta est� congelada. Por todo ello te recomiendo que consideres como una unidad intelectiva de operaciones todos los cap�tulos de la primera parte.
As� pues, toma un cuerpo vol�til unas siete veces mayor que el cuerpo estable y �nelo al estable durante nueve d�as bajo el efecto de un fuego mediano, que provoque el cambio deseado por la naturaleza. Y la vasija donde sea dispuesta la susodicha materia que sea colocada, para evitar los efectos del fuego, en agua, al ba�o mar�a, pues ello protege, con el calor medio, las tinturas y mitiga su combusti�n.
A continuaci�n tomar�s dos filtros, uno m�s fino que el otro y har�s pasar tu materia por el mayor de tal manera que no separes del cuerpo toda la parte vol�til; al contrario, debes colar el cuerpo inclinando el filtro para que toda la sustancia del cuerpo disuelto mezclada con plata viva traspase dicho filtro. Cuidar�s tambi�n, al inclinar el filtro, de que ni un �pice de la materia espesa del cuerpo lo traspase, a no ser que sea col�ndola cuidadosamente. A continuaci�n toma el filtro fino y todo aquello colado por el filtro grueso p�salo por el fino hasta que percibas la diferencia existente entre la materia simple y la gruesa, que a su vez, pondr�s en una vasija redonda de cuello largo con cinco partes de plata viva. A continuaci�n, recoge tierra, que habr�s extra�do de cualquier compuesto, seg�n la cautela debida que a continuaci�n relatamos.

PROCESO DE LA PRACTICA
Y PRIMERA RUEDA DE LA CORRUPCION

Toma el cuerpo grueso separado del simple y vierte en �l un cuerpo vol�til pasado por el filtro, tal como se ha dicho, tanto como cinco veces, tal como con el estable. A continuaci�n, vierte el cuerpo vol�til en el filtro m�s fino para separar la tierra, que dejar�s aparte y pon dentro de un mortero hecho de le�a, el fondo del cual sea m�s plano que c�ncavo y no muy profundo, el cuerpo grueso con su plata viva adherida. Por tanto, vierte toda la materia girando el mortero, une las tierras que son totalmente terrestres y repletas de una masa pesada p�rpura y ponlo todo junto con el cuerpo disuelto y tamizado en la vasija redonda de cuello largo: repite la operaci�n hasta que en el compuesto no quede m�s tierra que unir.
A continuaci�n vuelve al filtro fino en que se encuentra el cuerpo vol�til y cu�lalo, inclinando a lo largo del filtro, hasta que surjan sus filones por todo el filtro, por los cuales avanzar� la susodicha plata viva uniformemente, y cuando llegue a su fin el dicho filtraje, a saber, la depuraci�n, ver�s un gran poso lleno de tierra muerta y de plata viva por encima. Recoge la tierra, como arriba se dijo, y ponla en otra vasija de cristal de cuello largo.
A continuaci�n vuelve al cuerpo grueso y cu�lalo, pero no de un solo impulso, sino sutilmente, inclin�ndolo sobre el filtro m�s grueso y une la masa simple disuelta con la masa vol�til, separando la gruesa. Tras lo cual pasa el cuerpo vol�til por el filtro fino y al comenzar introd�celo en el cuerpo grueso que estar� bajo el filtro por su peso.
Luego, ponlo junto a la plata viva en la vasija en que se encuentra la tierra, despu�s mezcla la masa gruesa con la fina y vol�til colada por el filtro fino, pero antes sustrae tanta cantidad como para que no haya de vol�til y fina mas que cinco veces la cantidad de masa gruesa separada una vez separada la tierra, tal como dijimos, repitiendo la acci�n con todas las prescripciones, hasta que veas aislado aquel mundo de t�rrea inmundicia de forma visible por la fuerza de la primera cocci�n.
Conviene repetir la cocci�n con las susodichas operaciones, hasta que el cuerpo grueso resulte fino; y as� se completa la primera rueda para la conservaci�n de las tinturas de todos los elementos.

SOBRE LA CORRUPCI�N POR
LA SEGUNDA RUEDA

Acontinuaci�n practica una segunda rueda circular sobre el cuerpo gr�cil pasado por el filtro fino y en una cocci�n semejante a la primera, que es ahora cocci�n de perfecci�n. Estas son las cuatro operaciones de que hablan los fil�sofos: trituraci�n, absorci�n, cocci�n y diso-luci�n; las cuales se producen no por acci�n humana sino por fuego de manera natural, a no ser que se separe el cuerpo grueso del fino y la tierra de sus compuestos para acelerar el proceso. Y ello porque cuando una masa repleta llena otra de vac�a impide que se consiga un proceso perfecto. Por ello, refinaremos el cuerpo mediante bru�imiento y separaremos la masa leve de la pesada, resultando la mutaci�n sin transgresi�n del l�mite de la propia latitud, sino siguiendo las exigencias que la naturaleza exige, as� como el recto orden de la operaci�n, sea cual sea el orden del cual queramos variar la naturaleza perfecta.

PUTREFACCI�N DEL COMPUESTO

Tras lo dicho, pon de complemento en lodo todo el compuesto disuelto, tras haber puesto el lodo en una vasija agujereada de tierra en una circunferencia, que sobrepase el ba�o y est� el ba�o totalmente lleno de agua.
A esto se le llama propiamente Horno secreto de los Fil�sofos, en el que se esgrime la materia anteriormente dicha, o sea, la materia disuelta y se mantiene al fuego del modo susodicho por un espacio de cuarenta d�as, pues as� se cree que mejor la esencia perfecta podr� separarse de la p�trida y elevarse en lo alto mediante emersi�n, que despu�s nos llevar� al fermento perfecto.

SEPARACI�N DEL AGUA

Tras terminar tal acci�n recupera el compuesto y de �l separa el agua, que propiamente surge de la tierra escasa y del aire espeso por destilaci�n en el ba�o de Mar�a, y aplica el fuego uniformemente hasta que veas como el agua es destilada por obra de dicho calor. Tambi�n esto te hacemos saber: que el humor que es destilado por el calor del ba�o es agua pura gracias a la propiedad de su naturaleza fr�a y de su efecto.

SEPARACI�N DE SU AIRE

Cuando veas que nada de agua puede ya ser contenida a trav�s del calor del ba�o, ser� ello indicio de que debes separar a fuego m�s vivo el aire, que es el vapor m�s caliente y de mayor perfecci�n, puesto que contiene una porci�n del cuerpo estable unido por la uniformidad de la disoluci�n: por lo cual hay que dejar que el fuego responda a su punto: Por tanto, separa el aire mediante el fuego, hecho ejecutado a trav�s de las cenizas, tal como otrora te ense��. Aqu� encontrar�s el fermento superior tan reputado de las dos naturalezas de que se compone la virtud media, que est� entre la extrema virtud s�lida y la vol�til, de las cuales surge artificialmente la sal.

SEPARACI�N DEL FUEGO.
EXTRACCI�N DE LOS ELEMENTOS

Una vez separado el aire hay que separar a continuaci�n el elemento fuego con las cenizas, tal como el aire, si cabe con algo m�s de energ�a de modo que el agua destilada en el ba�o se reponga sobre las heces y se soterre durante tres d�as, y a continuaci�n se destile por las cenizas, a fuego constante, hasta que no quede nada que destilar por aquel calor. Tras ello hay que poner agua por separado a destilar en el ba�o y en este encender tras la destilaci�n del agua un fuego mas d�bil con un poco de aire mezclado, que desecar�s sobre las cenizas, recuperando el aire, como te he dicho.
[Nota aqu� de que modo tras la inhumaci�n se produce en primer lugar a trav�s de las cenizas una destilaci�n, mientras en ocasiones otras se realiza primero a trav�s del ba�o; pero as� sea aqu� la destilaci�n para que pueda el aire extraerse de la tierra por medio del agua; aquel en si contiene fuego, debes tenerlo presente].

RECTIFICACI�N DE LOS ELEMENTOS

As� separados los elementos los solidificar�s con cuidado, pues al rectificarlos en una s�ptima destilaci�n se dividen con gran presteza. Y cuida, que de los elementos h�medos se separan las partes que no son de la especie de su composici�n (de la cual se separa la tierra, del aire el fuego), pues en el vientre de los h�medos o propiamente de los acu�ticos se hallan las especies de nuestros esp�ritus, los cuales a trav�s de la virtud del fuego se separan del cuerpo y en agua se mezclan: despu�s se limpian bien y se lavan mediante una fuerte cocci�n, tal como se hizo con aquellas que anteriormente te indicamos.
Y llegados hasta aqu� estamos preparados para revelarte y decirte mas cosas para que las recuerdes, con tal de que puedas percibir el fin de su proceso, porque en los escritos no quiero explicitar el total del proceso, que es redondo como la manzana, puesto que en un c�rculo redondo se contiene todo el sentido del presente Arte.

INTRODUCCI�N A LA REDUCCI�N QUE DEBE HACERSE POR MEDIO DE LA APLICACI�N DE UNA SEGUNDA DIGESTI�N, POR LA TE�RICA

Una vez rectificados los elementos, agrega las partes del cuerpo estable (ora tierra, ora fuego) desmenuzado tras calcinarlo con un cuerpo vol�til h�medo y disuelto. Por ello te avisamos que observes y recuerdes nuestras doctrinas, que te ofrecimos en la Te�rica: que el azufre no supere la perfecci�n mayor de la uniformidad que procede de la plata viva y que recuerdes el principio de tu reducci�n, que la naturaleza provocar� gracias a la disposici�n de tu noble intelecto, porque un humo se alzar� de la susodicha tierra, que es la causa primera de tu congelaci�n.
De ello sacar�s que hay algunas partes que son conjuntivas y otras divisivas: las puras conjuntivas son de esencia pura de la verdad compuesta, pero porque las otras no son de causa similar, por ello dividimos estas ultimas a�adi�ndoles naturalmente las puras. Y esto lo realiza la Naturaleza de un solo modo: atrayendo con su propiedad de atracci�n aquello que es de su misma esencia, y rehuyendo, vomit�ndolo con su propiedad expulsiva, todo aquello que no pertenece a su compuesto.
Esta separaci�n jam�s podr�a realizarse de forma manual, como mucha gente lo cree, sin la ayuda natural, y del modo debido propiamente aprehendido con gran perspicacia, puesto que las partes puras y las impuras, que se consumen con el fuego y se vierten en la tierra son de tan simple sutilidad, que la separaci�n no puede ser llevada a cabo si no es con la intervenci�n de la naturaleza, que acepta en su vientre cuanto es de su misma esencia y rehuye lo extra�o.
Ten por seguro que de esta manera quiere la Naturaleza arribar a su perfecci�n: as� como cuando concibi� un cuerpo estable humo en su vientre lo convirti� en vol�til, cuando posteriormente todo se separa por la causa oscura que mora oculta, tambi�n debe todo volver a asentarse mediante sublimaci�n.

PR�CTICA DE LA CONGELACI�N
POR LA V�A DE LA REDUCCI�N

Si entendiste las dichas causas, podr�as ahora congelar el cuerpo seg�n tu deseo, pues aquello que se disuelve, igualmente se congela si se aplica el proceso contrario. Por tanto, toma el agua separada y con ella humedece la tierra en una proporci�n justa (o sea, ni poco ni mucho) y tras una cocci�n constante en el Horno secreto, al punto que la veas congelar, vuelve a repetir la humectaci�n, la cocci�n y la congelaci�n, hasta que veas la tierra, tras pasar por muchos colores, vuelta blanca.
El c�lculo de dicha congelaci�n y disoluci�n hecha por medio de la reducci�n no lo podemos hacer de otro modo que nos permita conocer la naturaleza operante sino con la ayuda de nuestra sensibilidad, por la cual percibimos la proporci�n existente entre dos medidas prop�ncuas, la cual relaci�n no se aparta de su especie y como no se separa de su especie, m�s r�pidamente se une a su complejo con una m�s poderosa conexi�n, que es c�lida y h�meda: por ello se conserva por la manera segura y conocida de congelarse, y despu�s de disolverse en consideraci�n a la proporci�n conocida en tanto y cuanto nos es posible.
Y pues ruega a Dios, omnipotente gobernador de todo, para que te ayude a llegar por la medida a la dicha proporci�n, puesto que El, que es propincuo, es quien juega un papel mayor en la operaci�n. Por ello debes comprender que dicha congelaci�n sea media y no extrema; pues si fuere extrema, la sustancia congelada del esp�ritu no permanecer�a en el cuerpo vol�til h�medo.
Si de nuevo y de igual forma la disoluci�n, que es la operaci�n opuesta a aquella, participase en su extremo, la producci�n del proceso de azufre se corromper�a en su totalidad, y de hecho se sumergir�a en un abismo de satalia, puesto que se generar�a calor y sequedad por la exposici�n de la sustancia h�meda en una medida no adecuada seg�n el Arte de la Geometr�a. Por ello cuida no sea que una sequedad nimia o una nimia humedad por culpa de una exposici�n hecha de improviso o una excesiva administraci�n no corrompan la ense�anza. La forma de conservar la dicha medida m�s cercana a la naturaleza para arribar a la dicha proporci�n en cuanto es posible es que dicha cocci�n debe continuar sobre el compuesto en tanto en cuanto su disoluci�n haya menester, y en tanto debe disolverse por imbibici�n cuanto se exponga a cocci�n. De ello daremos ejemplo, para que mejor nos entiendas, en la graduaci�n por un signo demostrable: se har� una figura de siete letras considerando en ella las existencias contrarias y extremas, que son calor, frigidez, sequedad, humedad, congelaci�n y disoluci�n para que quede evidente en la figura aqu� escrita que he omitido, lo que sea imperfecto e ininteligible con algunas l�neas, hasta que un mejor ejemplar sea hallado, haya sido puesto por mi o por otro.
Y as� queda claro como todos los extremos se transforman por los medios propios de cada uno en una concordancia como nadie podr�a creerse ni ning�n hombre puede entender sino es a trav�s de la ciencia de la sensibilidad, ciencia que no es posible que adquiramos sino es a trav�s de la inteligencia que nos otorga el esp�ritu sagrado, del cual una parte de su propia esencia tenemos en nuestra mente, perfectamente enlazada con poderos�sima ligaz�n por los instrumentos propios que nos permitieron entender y sentir la magna nobleza del tr�nsito de los medios, puesto que como m�s se aproximan estos a su perfecci�n m�s se alejan de su corrupci�n.
Posees ya, pues, la ciencia y el noble Arte infalible e insigne, las medidas nombradas, en ciertos puntos pertene-cientes a la Geometr�a, que yo te he dado, si es que te fueron concedidas por aquel que todo lo da y todo lo sustrae seg�n le plazca. Por ello piensa si te quiso inspirar, escrutando la forma que tiene la rueda perteneciente a la propia graduaci�n, porque nunca hubo hombre ni fil�sofo que esta regla con tanta amplitud relatase y sin cautela, tal como nosotros hicimos.
Si bien habr�s notado algunos puntos oscuros en nuestras explicaciones, con todo habr�s comprendido la totalidad de acciones y toda la operaci�n de imbibici�n a realizar. Incluso compren-der�s esto, que descubrimos en los escritos del profeta Joel respecto a las medidas de que hablamos y respecto a todas las causas profundas en los grados precisos de cada forma de la que te informamos, de manera sucinta pero sin olvido de ning�n punto ni proceso para la concordancia de los contrarios.
El m�s secreto de todos los puntos del proceso es la manera de todas las imbibiciones. Escucha pues lo que dice el �nclito doctor Bonellus: En esta agua se halla el m�ximo olor, y ten por cierto que todo el conocimiento de los fil�sofos se centra en la imbibici�n, pues si con agua sabes imbibir tambi�n sabr�s con una medida cierta medir, porque es materia de nuestro quehacer el Agua de los Sabios y el dominio de las operaciones, pues nuestra agua provoca la disoluci�n y la uni�n de los cuerpos y que estos graciosamente se depuren. En el agua se halla todo nuestro saber y nuestro secreto y el fin deseado. Por ello, en nombre de la ciencia y con buena voluntad te dimos el Arte de medir, que extra�mos del Arte geom�trico, y para que este acto completes perfectamente te anunciamos:

�Oh, medida de todas las imbibiciones,
como aplacas los cuerpos!
�Oh, medida del agua celeste,
sustancial eres para todo el mundo!
�Oh, medida, como atemperas los cuerpos!
�Oh, medida, como los conjuntas!
�Oh medida, de que modo conjugas el mundo y lo apartas de la corrupci�n!
�Oh, medida, como perpetuas los cuerpos y transformas en oro todo metal!
�Oh, medida, como sabes regir el mundo
y conservarlo y haces vivir y morir!
Con medida rige la naturaleza el mundo
y todo cuanto por la naturaleza es compuesto.
�Oh, medida, como congelas ahora
aquello que disolviste y lo conjuntas!

Por ello, afirmo que si no hubiera medida nunca podr�a salir provecho de una piedra. Cuando quisieres, pues, una piedra bendecida, usa de singulares medios �ste mismo, puesto que este medio y todas las naturalezas de aquellos no son otra cosa sino medidas puras.

SOBRE LA SUBLIMACI�N DEL AZUFRE Y SU COMPLETA REDUCCI�N

Cuando tengas H congelado naturalmente en G y todos los colores hubieren sido traspasados, coge la masa congelada y ponla bajo un fondo firme de tierra que resista al fuego poderoso. Y coloca el fondo en un hornillo sin adherirlo a las paredes del horno, sin ning�n aludel, de modo que penetre en un horno sin superficie, y as� bien enlodado sobre el horno y bien colocado en el horno.
Pon, tras el susodicho fondo de tierra una gran cuc�rbita de vidrio el fondo de la cual est� abierto de manera que tenga una abertura sin fondo equivalente a la latitud y la amplitud del fondo de tierra, as� como de manera que se adhiera justa y uniformemente al susodicho fondo de tierra cuando sea a �ste superpuesto, y a la vez que sean ambas vasijas enlodadas y unidas cubri�ndolas con una tapa a trav�s del orificio de la vasija de vidrio que tiene dos alambiques. A continuaci�n enciende el fuego de unos carbones alrededor de la vasija enlodada por la parte superior, hasta que la vasija de vidrio alcance una temperatura moderada, [creo que esto se hace para secar el lodo, as� como para calentar primero el vidrio para que la vasija, con el fuego y las llamas que deber�n producirse en el horno, que estar� fr�a cuando reciba por encima aquel fuego, no se rompa].
Haz despu�s un fuego con llamas en el horno, y en ello toma precauciones, puesto que has de hacer un fuego tan poderoso y grande como puedas hacer, porque no habr� sublimaci�n si no es con un fuego intens�simo, porque est� entre el cuerpo estable y el vol�til y ten por cierto que lo que est� entre un cuerpo estable y uno vol�til solo se sublimar� con un fuego intens�simo. Por ello lo m�s estable siempre quedar� en la parte m�s baja, no obstante se separe de sus heces, mientras que lo vol�til siempre asciende hacia la parte alta seg�n tendencia promovida por la correspondencia entre la graduaci�n del fuego y su propia naturaleza. Separa a continuaci�n la masa que encuentres sublimada y congelada a ciertos grados sobre D, G, puesto que esta es propiamente la sustancia de mercurio sublimada en conservaci�n de su humedad, convi�rtela en azufre puro no quem�ndolo, creado y producido de una sustancia inextinguible.
Esta es la sustancia media, esta es la virtud ponderada, esta es la forma mesurada de que te hablamos en el cap�tulo sobre la materia noble que es la causa de la mayor perfecci�n. Las heces de naturaleza B y C que encontrares en el fondo, separadas de D, y que son antinaturales, des�chalas por in�tiles, pues no son sino perturbaci�n y confusi�n. Hay otros autores que para mejor simplificar y unir dicha sustancia noble la subliman una segunda vez: por ello, si quisieres sublimarla, subl�mala sin las heces a un fuego apropiado seg�n las exigencias de sus propiedades.

FIJACI�N DEL AGUA Y DEL AIRE

Tras conseguir la sustancia purificada y limpia de mercurio en una medida perfecta mediante la sublimaci�n, debes estabilizarla con la operaci�n apropiada a su propiedad, porque as� conviene que ocurra antes que resulte la perfecci�n completa de todos los cuerpos mutables.
As� pues, cuando quieras esta-bilizarla, haz esto provocando la exuberancia corporal. Toma pues una onza de plata pura amalgamada con dos partes de plata viva depurada por sublimaci�n, lo que llamamos rectificaci�n [creo que se trata de la destilaci�n por alambique, o el ba�o en este con sal y vinagre] y a esta amalgama a��dele una d�cima parte de azufre sublimado, y ponlo todo en una calabaza con una parte de su agua y ponlo a hervir al ba�o mar�a hasta que est� congelado. Finalmente pon sobre las cenizas un fuego progresivamente vigorizado hasta que se eleve aquello que fuera vol�til. Despu�s deja enfriar la vasija y todo aquello que fuera sublimado, vu�lvelo a colocar sobre las heces que haya nobles y pulcras, junto a la otra parte de la susodicha agua similar; despu�s cu�celo todo al ba�o mar�a hasta que se congele. Despu�s ponlo a sublimar sobre las cenizas, como anteriormente.
Y reitera esta operaci�n, ahora la soluci�n media, y la congelaci�n y despu�s la sublimaci�n, siempre avivando el fuego hasta que se estabilice del agua al doble de tierra. Porque debes saber que en cualquier reiteraci�n de la susodicha congelaci�n en todo momento se estabiliza algo de la sustancia que mas propicia sea a estabilizarse, porque a dicha materia se enlaza la causa vol�til, que es retenida en la parte baja por tal propiedad que es que, cuando un cuerpo estable supera a uno de vol�til siempre como por una punzada parece huir: pero habi�ndose contenido la causa estable en sus propios dominios internos encadenada a la vol�til, nunca despu�s podr� querer colmar lo suyo y si quieres saber la autentica diferencia que hay discrepante entre la estabilizaci�n y la congelaci�n, existe tal discrepancia porque hay una acci�n de eterna diferencia, que otorga el instrumento conque el buen artista empieza el proceso de manipulaci�n, un fuego correctamente graduado, puesto que sin el fuego de cenizas no hay posibilidad de estabilizaci�n total. Y si no fuera por �ste la materia no ser�a separada.
La separaci�n se produce por sublimaci�n por parte de la causa vol�til, lo cual abrevia la operaci�n de estabilizaci�n. Para que no te pesare esta separaci�n por una gran demora de tiempo, la cual resulta inoportuna para esta operaci�n, recuerda que podr�as estabilizar cuanta quisieras de dicha agua, pero nunca resultar�a al final absolutamente estable. Interiormente siempre te dar�s cuenta de que la �ltima congelaci�n menos ha ayudado a la estabilizaci�n que la anterior.
Si quieres en I y H estabilizar lo que es azufre, convendr�a entonces congelar el cuerpo con un fuego de gran mutaci�n, tal como el que te describimos en el apartado de la reducci�n. Y cuando consiguieras agua congelada en forma mesurada, a continuaci�n deber�as poner a congelar igualmente L sobre K porque al igual que en I, H se estabiliza a trav�s de K, de igual forma en I a trav�s de H todo K se congela cuando en una disoluci�n de H, I fluye hacia K, y de igual forma a trav�s de estos tres L posteriormente se congela y igual como L se congela, de igual forma K se estabiliza en tal proporci�n que m�s resiste el fuego que no antes en su congelaci�n. Y cuando L se congela, M se pone sobre L y as� M se congela: L se coestabiliza tras su congelaci�n y K m�s poderosamente que L: y en consecuencia similarmente L se estabiliza, pues M no surge si no es congelado, y as� evoluciona la operaci�n de esta estabilizaci�n hasta respecto a G: por ello puedes en ti mismo sentir como tras la congelaci�n de L este se estabiliza por las propiedades de cocci�n e imbibici�n. Lo dicho respecto a K puedes aplicarlo a las dem�s letras.
Esta estabilizaci�n no podr�a ser hecha solo por asamiento, sino hubiere un acto de disoluci�n. Y es que a causa de estas imbibiciones la naturaleza realiza todos sus movimientos sobre la causa h�meda, de modo que tanto hace a este soportar que provoca que su elemento h�medo se separe con la ayuda de nuestro asamiento. Y son la causa inmediata de las mortificaciones, y resultan de los asamientos las mortificaciones, que traspasan las verdaderas paradas: y para entender la figura descrita encontrar�s que K es m�s estable que L y L m�s que M.
Y asimismo puedes entender el resto claramente, pero encontr� otra pr�ctica despu�s que vi que a veces un cuerpo vol�til es tan sutil que se ve acompa�ado del estable sino esta bien custodiado, cuando todo se manipula con el calor de un fuego apropiado.
As� pues, tambi�n puede estabilizarse sin el fuego de las cenizas, pero a cambio de un tiempo m�s largo y con paciencia, lo que mejora la operaci�n, puesto que por la congelaci�n de todo lo sublimado el agua existente en su vientre, provoca la armon�a de su estabilizaci�n y es armada por la naturaleza estable para reducirla frecuentemente a fuego ardiente. Y cuando, por cualquiera de los dos modos deseados hubieres estabilizado tu agua, de igual manera estabilizares las dos partes de aire: y cuando �ste estuviese estabilizado y bien incerado, vierte una parte sobre una mil�sima (otras cien) de mercurio, o de cualquier otro elemento que quisieres, y tendr�s plata pura mejor que la del mineral, si quisieres probarla por las razones precedentes por su propiedad seg�n el curso de la naturaleza.
Y observa como la virtud de multiplicaci�n llega al provocar la exuberancia en la naturaleza de los medios (sea de los fermentos), pues la naturaleza del buen medio (sea del azufre) se convierte en una naturaleza mejor (sea un fermento) por la reiteraci�n de la disoluci�n y de la congelaci�n. Considera, pues, las condiciones naturales de los medios, tal como te ha sido revelado. Asimismo, considera la causa de la estabilizaci�n a trav�s de la contrariedad. Y observa como el cuerpo estable siempre se retiene m�s y atrae la naturaleza del estable m�s que la del vol�til, y se protege contra el fuego.
Y as� Geber en la �ltima preparaci�n de la piedra, ense�a que tras la separaci�n o sublimaci�n hay que estabilizar, tras lo cual, disolver, y finalmente hay que acceder a calcinar aquello que no puede ser disuelto, porque esta es la ultima preparaci�n. Se causa as� una diferencia entre cuerpo y esp�ritu, o sea, entre vol�til y estable. Esta diferencia tiene lugar tanto en el metal, como en el cuerpo calcinado de cualquier estable, por m�s que el calcinado se retenga m�s que el metal.
Por tanto, hay que hacer una peque�a extensi�n de estos dos g�neros contrarios para que simult�nea-mente las causas representadas m�s lucidamente y mejor puedan influir en tu intelecto: porque la causa de un solo contrario no puede ni descubrir ni demostrar las otras, sino es en presencia de su contrario, porque as� lo quiere la raz�n filos�fica dada por una autoridad que as� lo afirma: los opuestos enfrentados mas se dilucidan: y porque rec�procamente se oponen son operaciones contrarias porque el ultimo termino de la operaci�n consecuente e inmediata es la volatilidad, y vol�til es propiamente la estabilizaci�n.
Hagamos pues la concordancia de contrarios a trav�s de una operaci�n artificial para que de la pluralidad surja la verdadera unidad a trav�s de la mezcla de la naturaleza alentando el medio natural: despu�s percibir�s la causa, pues mientras tanto se estabiliza en la tierra. Un cuerpo vol�til llega a ser vol�til en ambos correspondientes para un fin concreto, porque en cuanto esp�ritu se estabilizar� por la recta naturaleza, en cuanto cuerpo se volver� vol�til por su naturaleza, la volatilidad de la cual se corresponde con la medida de estabilizaci�n del esp�ritu, y la estabilizaci�n del esp�ritu se corresponde con la medida de volatilidad de los cuerpos, de tal manera que todo resulta estable y todo resulta vol�til.
As� observas a trav�s de la virtud de las diversas medidas como los Fil�sofos hacen a un cuerpo estable m�s estable de lo que era cuando exist�a en su propia naturaleza a trav�s de una naturaleza vol�til que recibe del esp�ritu.
Aqu� tienes, pues, la ciencia de los Fil�sofos para el descubrimiento de las medidas, que llegan a conocer por las propias latitudes puntuadas por exigencia de ciertos puntos provinentes de operaciones contrarias de estabilidad y volatilidad. Y de este modo conseguimos a partir de la contrariedad la verdadera concordancia.

FORMAS DE MEZCOLANZAS

La forma de la mixtura que se obtiene tras la primera mixtura predispone los cuerpos mezclados a recibir la forma del Elixir, que se obtiene tras una dife-renciaci�n especial. Esta forma espec�fica, de la cual hablamos con la mejor opini�n, consta en parte de la materia h�bil de la piedra preparada, as� como de fermento preparado, de agua condensada y de aceite limitado. Y tambi�n resulta en parte de la ultima mixtura por el modo de producirse la diferenciaci�n especial: pues la tierra, el agua y el aceite en una sola reducci�n al mismo tiempo no se mezclan, porque la sequedad de la tierra no solo mortificar�a el aceite, sino tambi�n el humor h�medo y tambi�n mortificar�a el humor fr�o y har�a desaparecer en forma de humo el humor c�lido o seco. Por ello, inteligentemente los Fil�sofos aconsejaron que antes hay que fijar y condensar el agua reduciendo esta a la categor�a del aceite, que es un cuerpo l�quido, y que este, posteriormente, tras la ultima reducci�n, hay que sumergirlo en aceite, hasta que este mismo de manera similar se convierta en el Elixir perfecto.
Tal es la mixtura de la naturaleza, pues es la naturaleza quien la produce y no el Arte pues ello se produce de un modo condicionado por el calor com�n templado seg�n la esencia natural. Por raz�n de esta mixtura dec�an los Fil�sofos que no es nuestro magisterio una operaci�n vulgar y mec�nica: ciertamente es una operaci�n de la naturaleza, tal como demuestra la mixtura natural.
Debes saber que por las virtudes de las mixturas susodichas sali� a la luz la causa de los medios de este Arte, a trav�s de la naturaleza de la cual se acerca al complemento de las distintas materias por medio de la naturaleza: y no hay otra causa sino a trav�s de la mixtura, hecha por medio de vapor, de dos materiales extremos existentes en la producci�n de una naturaleza met�lica licuable con un movimiento adecuado y necesario provo-cado por la excitaci�n de un calor mesurado seg�n la exigencia de la esencia de la naturaleza virtuosa met�lica. Y son estas dos extremidades, azufre y plata viva, de los cuales surgen humores y vapores, de quien, por medio de vapor con una progresiva y continuada manipulaci�n se crean los metales de nuestro magisterio pasando sucesivamente de uno a otro de manera natural. Pues la naturaleza, que por la cualidad de su materia debe ser perfeccionada, gracias a su gran sapiencia y diligencia universal, -tal como afirm� en la Filosof�a de este Arte-, no pasa de un extremo a otro sin la intervenci�n de todos sus medios, la naturaleza de los cuales debes haber apreciado supremamente en este magisterio, si quisieras hacer una transmutaci�n perfecta de cuerpos met�licos.
Afirmamos, a�ado, que de mucha ciencia natural estas falto tu para imbuir del conocimiento de dichos medios tu intelecto, pues de todos los que se esfuerzan en convertir la esencia de un metal en esencia de otro no hay ninguno que no sea filosofo, que son quienes investigaron las causas, a quien los resultados le sonr�an.

CONJUNCI�N DE LAS TIERRAS
DEL SOL Y DE LA LUNA

El maestro Arnau de Vilanova revel� en su Rosario tras otros fil�sofos que el oro y la plata se corresponden entre si por el s�mbolo de la naturaleza que en ellos es notable, y que hay una gran participaci�n del uno en el otro en su naturaleza met�lica, tal como el hombre y la mujer en su naturaleza humana.
Recuerda esto en la primera mixtura, que debe ser hecha entre estos elementos y por la v�a de la reducci�n. Con ello los Fil�sofos revelaron esta correspondencia y afinidad, para evitar la dificultad de la conjunci�n que el esp�ritu debe acometer con el cuerpo: pues si con el cuerpo de plata quisieres de todas formas provocar la colusi�n por medio de la reducci�n, la naturaleza seria exce-sivamente lejana en cuanto a afinidad y en consecuencia seria demasiado dif�cil la colusi�n del cuerpo lunar con el esp�ritu a causa de la gran sustancia terrestre evacuada por la disoluci�n de su sustancia corruptible por efecto del Sol, y demasiado diferida y separada de la naturaleza de la plata viva.
Porque un cuerpo cuanto mas se separa de la naturaleza de su plata viva, mas tarda en adherirse a �sta, pues por afectuosa afinidad del medio espiritual, que debe unirse con el cuerpo en una unidad fija, y s�lo por raz�n de la atractiva composici�n se produce la conjunci�n de la plata viva con el cuerpo. Y por ello, que mayor cantidad de plata viva hay en un compuesto de oro, y por consiguiente menor es la corrupci�n, porque toda su materia resulta esencial e incorruptible, los Fil�sofos lo pusieron en el lugar de la virtud agente y masculina, porque mas cercano se adhiere a la naturaleza de la plata viva, por raz�n de la masa de plata viva en si misma, pues lleva el s�mbolo y la afinidad en concordancia amorosa con su naturaleza similar, que llamamos plata viva, porque el oro no puede soportar tan fuerte corrupci�n que en su sustancia terrestre, que llamamos Grossities ignis, no haya mas composici�n de plata viva incorruptible que de azufre corrupto: pues su azufre es en toda materia pura esencial con respecto a la sustancia de plata, que es mas gruesa e impura y menos estable, y por consiguiente mas corruptible.
Y por esto la plata viva tiene menor adherencia a la sustancia de plata que a la sustancia de oro, por raz�n del mayor contenido natural existente entre la plata y el oro, pues la sustancia de oro no se mezcla con una mixtura gruesa respecto del cuerpo lunar: antes bien, seria mas posible una mixtura m�nima, por raz�n de las partes esenciales menos sutiles, en tanto en cuanto que el propio oro esta solo, o se sumerge en conjunto en Mercurio, y en la profundidad de su v�rtice se esconde tal el fuego o el calor natural: y por esto se estabiliza el Mercurio, porque aqu�l es el que digiere la sustancia de Mercurio, y se endurece con la ayuda de la templanza recibida de la sustancia del cuerpo lunar, que es fundamento propio y pr�ximo del origen de todas las cosas para endurecer el esp�ritu dispuesto por el fuego de la naturaleza. Y por estas razones, para mas r�pidamente dar salida y mejorar la conmixti�n, para que la preparaci�n no se perturbe y para que un elemento reciba de otro la templanza seg�n mayor semejanza de naturaleza y afinidad, afirmaron los honorables Fil�sofos que la plata viva con el Sol y la Luna mas ligeramente hay que mezclarla, pues la plata viva con plata viva mas r�pidamente se mezcla, pues en un mismo cuerpo mas f�cilmente se incluye el principio de amigabilidad; y a continuaci�n, inmediatamente con el oro, y despu�s con la plata, pues �ptimamente participan de su naturaleza, tal como se demuestra en su reducci�n. Atiende, adem�s, a este secreto, que el oro mas que cualquier otro cuerpo se sumerge pesadamente en Mercurio, tal como ya dije, pues el Mercurio sin medida y libremente acepta aquello que es de su misma naturaleza pura, porque en �sta acepta tanta sustracci�n que se unen inseparablemente: y as� de una mudaci�n rehusa la causa remota.
Comprende por todas las causas ya dichas, que al principio de tu reducci�n, que es el principio de la composici�n de la piedra, el oro y la plata convergen naturalmente en la preparaci�n de los principios, o sea, azufre blanco y r�beo, mediante agua blanca y r�bea con sus propios fermentos: y as� se lleva a cabo la primera parte, pero en la segunda parte, o sea, en la composici�n del Elixir y de la fermentaci�n, divergen, porque en el Elixir de la plata nada entra sino plata pura con sus principios blancos; ni tampoco en el Elixir de oro, a no ser oro puro con sus principios r�beos. Y as� se multiplica, por medio del fermento, la tintura.

RECAPITULACI�N DEL MAGISTERIO
EN UN RESUMEN ABREVIADO

Debes en tu interior reconocer que la virtud formativa existente en la materia seminal est� introducida en el calor y en el esp�ritu tal como en la materia simple. Y el calor con dicha virtud es el alma, pero no tal como un acto de un cuerpo org�nico f�sico llevando en s� la potencia vital, sino como un artesano en su taller fabricando su clavo o cualquier otra cosa siguiendo la forma de su pensamiento. Y por ello se llama fabricatrix y formatrix de su elemento h�medo pasivo, porque al fabricar es conducida por sigillatio y provoca la mutaci�n de los diversos colores correspondientes seg�n su sentido e intelecto a las respectivas acciones y operaciones, ordenando, dividiendo y condensando seg�n su propia naturaleza.
Entonces tendr�s conocimiento de sus colores con todas sus causas. Y tu sabes por indagaci�n natural los correspondientes movimientos a su naturaleza con la administraci�n cient�fica del fuego com�n gobernado por Arte de la exigencia de la esencia natural sin transgresi�n de la susodicha virtud formativa, la cual dirige el calor secreto a la divisi�n de elemento h�medo espiritual, con el cual se une por mutaci�n del color en un color mixto y despu�s en un color blanco y por �ltimo en color r�beo.
Ello te ha de bastar respecto a la disposici�n de tu materia, pues la naturaleza en s� admirablemente opera para su propia perfecci�n, los movimientos de la cual a s� misma de tal manera se adaptan en una sola v�a y orden que ning�n hombre de mejor manera ni m�s certera podr�a inventar.

PR�CTICA DE CUALQUIER MAGISTERIO AL USO GENERAL, QUE ES CAP�TULO �PTIMO Y PR�CTICO

La primera causa que debes tener presente es la de tener una gran cantidad de plata viva en que debes lavar los cuerpos, cualesquiera que sean, reduci�ndolos a polvo, imbibi�ndolos, coci�ndolos al ba�o Mar�a, y cuantas veces sea necesario destil�ndolos por el filtro (o pa�o), y separando el elemento negro innatural, que es de aquellos el primer envoltorio.
Reiterar�s la dicha operaci�n cuantas veces necesarias hasta que el cuerpo lunar sea separado absolutamente del susodicho envoltorio, de manera que resulte blanco al modo de la tierra blanca por su luminosidad met�lica. Esta tierra bebe y acepta sin l�mite la plata viva pues no es sino toda su naturaleza el elemento h�medo radical: y por esto debe ser disuelto por medio de una cocci�n continuada, tal como mostraremos posteriormente, o sea, tras la separaci�n de su envoltorio.
Esta separaci�n la reconocer�s a trav�s de su calcinaci�n, bien poniendo el cuerpo sobre carb�n breve y m�dicamente, bien sobre una l�mina encendida, y si aquel se ennegrece y si no se convierte en blanco, es que aun conserva parte de su envoltorio, el cual rehuye la recepci�n de plata viva en cuanto es extra�a a su propia naturaleza. En caso que se volviera blanco, entonces t�malo, y repite tantas veces la susodicha operaci�n hasta que traspase el filtro grueso tras haber reiterado la calcinaci�n.
Entonces ver�s la plata viva disolverse en un color celeste y pondr�s cuanto fue disuelto en el transcurso de la calcinaci�n en una vasija aparte: y as� sublima o destila la acuosidad de Mercurio de la substancia terrestre, para que puedan ser provocados en nuestra piedra la brillantez y el fulgor, seg�n nos demuestra la naturaleza en el oro y la plata, el esplendor de los cuales no aflora si no es a trav�s del agua sutil mercurial divisa y considerada en si misma.
Gracias a estos metales que poseen una humedad m�s sutil y mas pura y m�s densa, surge mayor fulgencia y resplandor.. por esta causa el oro brilla por encima del resto de metales, y a continuaci�n la plata. Y igualmente por ello el albor est� presente en la materia de los metales, surgiendo del elemento h�medo mercurial surgido y provocado por el elemento terrestre seco cocido sutil y constantemente.
Cuida, pues, y cu�date bien de tener una tierra bien sutil y bien dividida, pues si bien dividida fuere, bien simple y bien sutil fuere hecha por cocci�n del calor complexional, tanto m�s desecar� su elemento h�medo mercurial y m�s sutilmente penetrar� en lo profundo, cuanto lo har�an las cenizas conseguidas por medios vulgares y sacadas por medio de un fuego com�n por ignorancia.
Y cuando as� ser�n convertidos en materia simple, toma la materia disuelta separando el polvo y haz pasar toda esta disoluci�n una vez m�s por el filtro para mejor limpiarla: y si a la primera pas� por el filtro grueso, t�mala ahora y p�sala por el filtro sutil y m�s simple, y as� habr�s separado el elemento sutil del grueso: a continuaci�n toma el cuerpo grueso y calc�nalo tantas como una vez, si quieres, y tras ello vu�lvelo a su r�gimen, haci�ndolo pasar por el filtro grueso, hasta que todo haya pasado: y as� podr�as repetir cuantas veces quisieras, hasta que todo resultase disuelto: pues cuantas veces es disuelta una cantidad grande, as� mejor puedes percibirla en su justo peso en libras.
Con todo, hay much�simos que para abreviar este r�gimen tras volverse la tierra blanca una vez, o dos veces disuelta, lo ponen todo a pudrir con la intenci�n de separar las sustancias por sublimaci�n, pero al final tienen m�s trabajo en el segundo r�gimen, cuando se llega a la separaci�n de las almas. Por ello te repito que cuanto m�s repitas el primer r�gimen, mientras bien hecho y con correcci�n sin la combusti�n de las tinturas, tanto m�s se abreviar� el segundo r�gimen por la m�s leve separaci�n por raz�n de las esencias putrefactas y m�s desmenuzadas en el primer r�gimen; cuanto menos, tanto menos.
Asimismo te digo que para la purificaci�n de los elementos las destilaciones son bastante largas debido a la viscosidad del agua y del aire; y tambi�n que si quisieras abreviar tus destilaciones, divide la materia en distintas partes (esto es, en vasijas y cuc�rbitas), y cada parte ponla en su alambique, y dest�lala en su ba�o, y conseguir�s una operaci�n abreviada, y pueden ser puestos todos los elementos en un ba�o largo.

DE LOS TRES HUMORES HALLADOS
EN LA COMPOSICI�N DE LA PLATA VIVA

Por medio de cualquier propiedad de las dichas sustancias los Fil�sofos demuestran efectivamente que en la composici�n de la plata viva, tal como se encuentra en su propio mineral, se hallan los humores peculiares: en primer lugar hay el humor fr�o y el flem�tico, que participan de la primera tierra, la cual s�lo humedece toda esta materia, la cual en una larga disoluci�n es aumentada. En tercer lugar aparece en �sta de manera sutil el humor untuoso que participa de la tercera sustancia terrestre: �ste es quien causa la sutilidad de la sustancia, en la cual aparece sin inflamaci�n.
El segundo es el humor mediano radical, cultivado y humedecido en las partes inesenciales por la tierra propicia, la cual nunca se separa de s� misma: de estas dos sustancias medias se compone la naturaleza inmediata mercuriosa en su radicalidad pura, y nuestra plata viva vol�til, incombustible y a�rea, por la cual todo aquello que germina y nace puede crecer y multiplicarse con su pura materia, y la materia: y h�meda radical compuesta de dos sustancias, esto es de tierra mediana y de agua media alternativamente simbolizadas en la naturaleza bien conteniendo los cuatro elementos, de los cuales hay carencia conforme a la forma de su proporci�n, y que son el azufre y la plata viva en las radicalidades propias de �stos creadas en una vasija de naturaleza parecida por un lado a vitriolo y sal, pero por otro lado constituida a partir de metal imperfecto, esto es con preparaci�n, con Mercurio sublimado.
Separa pues esta preciosa sustancia del vitriolo y de la sal y de todos los humores que en �stos participan y date cuenta al reducir el aire, tal como demuestra la naturaleza, de c�mo, cuando dichas sustancias radicales de la susodicha plata viva se juntan a trav�s de los cuatro elementos en su composicion, se observa que las partes terrestres intermedias de naturaleza c�lidas y a�reas simbolizantes a trav�s de una capacidad de ignici�n simple son por la propiedad de la sutileza tan ligadas y conjuntadas que ninguna de sus partes puede separarse de las dem�s: antes bien, cualquiera se disuelve en cualquier otra similar a s� misma por su composici�n homog�nea, o cualquiera se estabiliza con cualquier otra por medio de una uni�n fuerte o por coalici�n, que poseen bien por propiedad de las partes m�nimas bien de las partes unidas o ligadas con un calor igualmente hollado, multiplic�ndose ini-gualmente en vasijas minerales seg�n su naturaleza debido a la exigencia de su propia esencia.
Y por raz�n de dichas sustancias acu�ticas puedes provocar por ti mismo una nueva extensi�n: y nota que el tercer humor untuoso a trav�s de la sublimaci�n natural se disuelve en tierra negra fuera de la especie de la naturaleza met�lica: pero la flema innatural oportuna de �sta a veces por accidente se convierte en un radical h�medo, que posteriormente se convierte a la especie del metal m�s refulgente.

DE LA COMPOSICI�N DEL MERCURIO
Y DE SU NATURALEZA REAL
Y DE SUS PARTES EXTREMAS SEPARABLES

En primer lugar, debes comprender y asimilar en tu intelecto que en este Arte Real no debes inquirir respecto de sus propiedades, sino de sus causas que hay en la latitud de la naturaleza met�lica. haremos saber a tu intelecto que la plata viva es tal en cuanto que principal licuable y que primer elemento met�lico.
Y para mejor entendimiento de la diferencia del azufre y de la plata viva a trav�s de las sustancias separadas referidas a sus composiciones, te haremos saber que la plata viva contiene su propio azufre c�lido y agudo: y despu�s el azufre contiene su plata viva, que es tal aire y fuego sagrado, pues dicha plata viva en su ra�z es por �ndole natural en primer lugar tierra blanca, sutil, sulf�rica, c�lida y a�rea, mixta y recogida en agua clara, hasta que se convierte en sustancia homog�nea de naturaleza met�lica con mesura de proporci�n veraz clara y elemental con la cooperaci�n de la influencia estel�fera, que es la virtud de la forma metal�fica por la gran concordancia de dicha materia como causa divina y digna, por la cual se completa la individualidad de la plata viva, en la cual se detiene primeramente la forma de naturaleza met�lica de tal modo que lo seco es atemperado por lo h�medo y lo h�medo por lo seco sin la separaci�n de uno u otro.
Con esta definici�n puedes entender que es por raz�n de un compuesto fuerte de una mixtura fuerte de h�medo y seco en su ra�z, tal como te dijimos respecto de estas dos sustancias separadas, a saber, de la tierra y del agua, por las cuales te ha sido dado entender que cuando decimos azufre o plata viva entonces se confunde el intelecto, pues todo proviene de una sola composici�n: pero cuando decimos azufre exterminable entiende esto por la propiedad del elemento terrestre: pero cuando decimos plata viva vulgar, entiende agua por su vivacidad (extra�da de vitriolo y sal p�trea) seg�n la virtud y la raz�n que su sujeto demande por extrema y media con las sustancias separadas por sublimaci�n natural concordante y simbolizante en la naturaleza, aunque haya azufre en todos los elementos, no obstante �ste nunca sea exterminable pues no es m�s que vapor y acci�n a�rea y fuego.
De ello depende nuestro gran secreto, por el cual cualquier radical h�medo es sublimado, cuando hubiera sido abstra�do de la ra�z bajo tierra sin el exterminio o la combusti�n de su cara tintura, que recibi� exterminio por virtud del elemento terrestre. pero cuando repetidamente revierte, no es exterminable a causa de la propiedad que recibe de su humedad: as� pues, cuando quisieras procurarte esto de la tierra, debes tomarlo en su propio recept�culo, hasta con el agua, que es plata viva, el protector com�n de su combusti�n.
A continuaci�n te indicamos que en la susodicha tierra por la virtud elemental se hallan las tres sustancias de la tierra: la primera es la sutil para la sensibilidad humana, (vitriolo) pero de hecho se encuentra gruesa, grave, oscura y tenebrosa, que impide la claridad luminosa y que sea traspasado el cuerpo: esta se encuentra en la cualidad seca y fr�a, de la naturaleza del vidrio.
La segunda (de la piedra salina) es en balde sutil a la sensibilidad humana, pero de hecho se halla en forma de holl�n lejos de la perfecci�n por causa de su cualidad extrema, que es c�lida y seca en una gran quema: y esta sustancia participa de los sulfuros que queman por todas partes, y son estas dos sustancias en la propia vasija aquellas entre las cuales la plata viva crece, a saber aquella de la cual hablamos en la obra de la naturaleza y que es como un feto en una matriz.
La tercera sustancia terrestre es la tierra intermedia c�lida y h�meda a�rea y sutil y para la sensibilidad media humana no es propiamente tierra, sino vapor extra�do de aquellas dos anteriores y de hecho se encuentra en gran perfecci�n, pues es la naturaleza pura y el radical h�medo de la cual nuestra piedra recibi� gradualmente su nacimiento inmaculado con su propiedad met�lica: por ello dijeron los Fil�sofos que esta sustancia la debes separar por sublimaci�n de las susodichas otras sustancias que son el vitriolo y la sal.
Manifiestamente te advierte Morienus que si quieres hallar la perfecci�n debes extraer la sustancia pura de Mercurio del vientre de los vasos de vidrio (�sta es la sublimaci�n del Mercurio), pues de esta sustancia consta nuestra piedra. Aprende, pues, el verdadero lenguaje de los Fil�sofos, dispuesto para el conocimiento de las propiedades de las sustancias naturales: si �stas no las considerases como sustancias separadas nunca realmente entender�as sus propiedades en el verdadero lenguaje. Y es que los Fil�sofos hablan claramente de ellas en su filosof�a, sobretodo de su naturaleza, porque la filosof�a no es m�s que la revelaci�n de los secretos de la naturaleza en un lenguaje natural apropiado, sin el cual las sustancias de la naturaleza no pueden ser dadas a conocer, tal como cualquier otra causa o animal o planta, si no llevasen nombre, o efecto, que generalmente da noticia de una causa habida.
Diversos fueron los lenguajes inventados por los diversos Fil�sofos para la naturaleza. Por ello cada cual en su filosof�a habl� lo m�s claro posible siguiendo el curso de la naturaleza, cuid�ndose de la idoneidad de sus figuras, aunque un lenguaje sea m�s claro y m�s propio que otro seg�n si su autor fue mejor expositor respecto a las propiedades la naturaleza de las cuales demuestra los efectos para cualquier bien natural inteligente con mayor realismo.
Y no debes creer que los santos y buenos Fil�sofos en su filosof�a te ocultaron su sentido, pues no ser�a parte de la verdadera filosof�a, porque su propiedad y exigencia m�xima consiste en la revelaci�n adecuada y con claro prop�sito y radiosa claridad de la causa oculta y la pura manifestaci�n sin ocultaci�n, de la cual interiormente en una perfecta locuci�n restablecen al puro intelecto hecho e introducido por el Dios celestial, en el cual se examina y se depura la virtud del contrario tal como hace el oro en su propio horno.

FINAL